El presidente de Estados Unidos, George Bush, no está dispuesto a aceptar la derrota que el miércoles le infligió el Senado a sus planes de prohibir el matrimonio entre homosexuales con una enmienda constitucional. Bush apeló a la Cámara de Representantes para que aprobase la misma enmienda, pero ayer los republicanos que controlan esta Cámara baja del Congreso optaron por algo más fácil de lograr, una nueva ley diseñada para que los estados no reconozcan las bodas gay celebradas fuera de sus fronteras.

La semana próxima, el partido del presidente presentará a votación en la Cámara de Representantes esta nueva ley, que fue calificada de "innecesaria, anticonstitucional e imprudente" por la representante demócrata Tammy Baldwin, la primera lesbiana que ocupa un escaño en el Congreso. Con esta ley, los republicanos quieren impedir que los tribunales federales ordenen a los estados que reconozcan los matrimonios homosexuales celebrados en otros estados. Los republicanos han puesto en marcha esta estrategia de contención de las bodas gays en vista de que sus planes de declararlas anticonstitucionales no han funcionado. De aprobarse la nueva ley, sería una victoria que Bush podría después exhibir en sus giras electorales, dado que las bodas gays se han convertido este año en un tema explosivo, que genera filias y fobias similares a las del aborto.

Actualmente, 38 de los 50 estados del país prohíben el matrimonio entre personas del mismo sexo, pero en Florida, Nebraska, Nueva Jersey y Oregón sus partidarios han acudido a los tribunales para legalizarlo, como ya hizo en mayo el estado de Massachusetts. La decisión de este estado, sumada a los certificados matrimoniales a gays que comenzó a emitir la ciudad de San Francisco, pusieron en pie de guerra a los sectores más conservadores del país.

DIFÍCIL EQUILIBRIO Para asegurarse el apoyo de esas bases, Bush respaldó la prohibición del matrimonio entre gays por la vía más drástica, una enmienda constitucional. Sin embargo, el mandatario republicano trata al mismo tiempo de alinearse con el más rancio conservadurismo en este tema, sin espantar a los sectores más moderados que podrían votarle en noviembre. Así, Bush trató de diferenciar ayer entre su apoyo a la libertad privada y su rechazo a la institucionalización del matrimonio gay. "Los adultos deben poder hacer lo que quieran en la intimidad de su hogar", proclamó Bush. "Pero eso no significa que tengamos que redefinir el matrimonio tradicional", añadió.

De las 11.000 enmiendas presentadas contra la Carta Magna en dos siglos, sólo han prosperado 17 enmiendas. Para que salgan adelante, hacen falta los votos afirmativos de dos tercios de las dos cámaras del Congreso, y su posterior ratificación por tres cuartas partes de las legislaturas estatales.