El o el no a la revocación del mandato presidencial de Hugo Chávez seguían bailando ayer sobre partes estratégicas de las bellezas criollas, como muestra de que la caliente campaña electoral para el referendo de mañana no terminó con las multitudinarias manifestaciones del jueves. Las discusiones apasionadas saltaron como a diario de la calle a la televisión entre amenazas de violencia, mientras los árbitros de la contienda se desgañitaban pidiendo un "espacio de convivencia y de encuentro" para después del plebiscito. "El Consejo Nacional Electoral (CNE) ya tiene la fiesta montada y esperamos que todos los participantes hagan honor a la tranquilidad y el diálogo", dijo el rector del CNE, Jorge Rodríguez.

Aparentemente convencida de su triunfo, la Coordinadora Democrática, que algunos analistas definen como "un saco de gatos", acordó celebrar dentro de 15 días unas primarias para elegir a un candidato único de oposición cara a las elecciones que se harían en septiembre.

Mientras en el palacio de Miraflores, Chávez también se mostraba seguro de la "fulminante y demoledora victoria bolivariana", el gobernador de Miranda, Enrique Mendoza, dirigente de la alianza opositora y máximo aspirante a sucederle, sentenció el jueves en la autopista colmada de antichavistas de clase media: "Se acabó el tiempo de la habladera de paja presidencial".

"PULIENDO HEBILLA" Tras la manifestación, centenares de escuálidas fueron a mostrar en los bares del centro comercial San Ignacio unos encantos tropicales que desdicen el apelativo con el que Chávez tildó a sus opositores. Anoche no cabía ahí ni un alfiler, como tampoco en los antros en los que las parejas de camiseta roja "pulían hebilla" --como dicen aquí-- en apretados bailes regados de ron e influjos caribeños. Ante la ley seca de este fin de semana, la cerveza y el ron fueron los productos más vendidos en los supermercados.