Por fortuna, la crisis ucraniana parece irse atemperando y alejarse de la confrontación civil, al tiempo que se abren camino soluciones técnicas para reconducir el proceso político. Pero empieza a perfilarse el problema de que la nueva Constitución parlamentarista abra una etapa de inestabilidad política crónica, a no ser que el vencedor de las elecciones obtenga un amplio margen de escaños.

A corto plazo, el riesgo consiste en que Yuschenko caiga en la tentación de seguir presionando para forzar un derrumbamiento de la candidatura oficialista, incluso antes de la celebración de las elecciones. En el delicado estado actual de Ucrania, virajes bruscos de ese tipo, protagonizados por un líder tan crispado como Yuschenko, podrían tener graves consecuencias a largo plazo para Europa.

Además, no olvidemos que en cualquier momento podrían reaparecer las tensiones interétnicas complicando más aún el panorama. Ucrania necesita ahora estabilidad.

Profesor de Historia.