En medio de la ola de críticas desatada tras el atentado suicida del pasado martes en la base militar de Marez, en Mosul, el secretario de Defensa de EEUU, Donald Rumsfeld, realizó el viernes una visita sorpresa a Irak en un intento de levantar el ánimo de las tropas.

El jefe del Pentágono comenzó precisamente su recorrido en la base donde se produjo el atentado, que costó la vida a 18 estadounidenses (entre ellos 14 soldados), y en el hospital militar donde están ingresados muchos de los militares que resultaron heridos en la explosión. Los más graves, sin embargo, ya habían sido evacuados a otra base militar en Alemania.

"El objetivo de esta visita es agradecer a los soldados su esfuerzo y desearles una feliz Navidad", declaró Rumsfeld a los pocos periodistas que le acompañaban en el avión. El jefe del Pentágono ha sido acusado de falta de sensibilidad ante los riesgos a que están sometidos los soldados estadounidenses.

SESIÓN DE PREGUNTAS Rumsfeld aterrizó en Irak poco antes del amanecer y, tras la visita a los heridos, se desplazó al cuartel de la Primera Brigada de la 25ª División de Infantería, en Mosul, donde se sometió a las preguntas de los soldados. Éstos le interrogaron sobre la duración de su estancia en Irak y sobre el incremento del contingente, pero en ningún caso se repitieron las virulentas críticas a que Rumsfeld fue sometido recientemente durante una visita a un cuartel militar en Kuwait.

Tras abandonar Mosul, el secretario de Defensa se desplazó 220 kilómetros más al sur hasta Tikrit, ciudad natal del depuesto Sadam Husein y uno de los feudos de la resistencia suní. En una breve visita, Rumsfeld se reunió allí con el jefe de la Primera División de Infantería, general John Batiste, antes de proseguir el viaje hasta Faluya, verdadero bastión de la insurgencia y objetivo, el pasado noviembre, de la mayor ofensiva de las tropas de EEUU desde que la guerra concluyó oficialmente el 1 de mayo del 2003.

Compartiendo el almuerzo en la cantina con unos 200 marines, el jefe del Pentágono repitió en Faluya el mensaje optimista que ya había lanzado en Mosul y aseguró que los objetivos de la misión estadounidense se cumplirán "no importa cuán difíciles parezcan ahora las cosas" "Lo único que puedo decir es que la gente quiere ser libre", afirmó entre los aplausos de la tropa. Rumsfeld visitó también el hospital de campaña de la base, antes de dirigirse a Bagdad para reunirse con el máximo jefe militar de las fuerzas de Estados Unidos en Irak, general George Casey, y con el presidente iraquí, Gazi al Yauar.

SECRETISMO El viaje del secretario de Defensa desde EEUU a Irak estuvo rodeado de un secretismo sin precedentes. Sólo un puñado de reporteros y un equipo de televisión acompañaron a Rumsfeld en el avión oficial. En visitas anteriores, algunos de los periodistas destacados en Irak habían sido advertidos previamente del viaje bajo la condición de que no lo revelaran hasta que el mandatario hubiera alcanzado su destino. El viernes, nadie les puso sobre aviso.

Por otro lado, Ansar al Suna, el grupo iraquí vinculado a la red terrorista de Al Qaeda que se atribuyó el atentado de Mosul, aseguró el jueves en una nota que dará "muy pronto" los detalles del atentado.