Un día después de que el líder de Al Qaeda, Osama bin Laden, exigiera a los iraquís que boicoteen las elecciones legislativas previstas para el 30 de enero, la resistencia iraquí lanzó una campaña de violencia casi sin precedentes contra los cuerpos de seguridad del Gobierno interino, que deberán velar por la seguridad de la jornada electoral. Al menos 42 personas, entre ellos 34 agentes y guardas nacionales, perdieron la vida durante la jornada de ayer en diferentes ataques y atentados que tuvieron lugar al norte de Bagdad.

El incidente más sangriento se produjo en el puesto policial de Dijla, al sur de Tikrit, feudo del depuesto Sadam Husein. Un total de 12 agentes policiales, entre ellos tres oficiales, fueron asesinados a sangre fría durante un ataque de hombres armados que se asemejó más a una ejecución en un paredón.

CAMPAÑA DE INTIMIDACIÓN La campaña de intimidación contra las fuerzas de seguridad locales ha tenido éxito en algunas localidades como Mosul, al norte del país, donde, en el pasado noviembre, miles de policías desertaron tras una incursión rebelde.

La grabación de audio de Osama bin Laden en la que llamaba "infieles" a quienes acudan a votar no tendrá gran influencia entre los iraquís, pero las amenazas contra quienes no den la espalda a las urnas podría empujar a muchos a quedarse en casa. "Bienaventurado aquel que participa en la guerra santa con sus riquezas o su cuerpo", dijo Bin Laden, quien estimó el coste de la guerra santa en Irak en 200.000 euros semanales.