Hamás vive estos días su dilema de hierro. Ha de participar como actor secundario. Ha de dar por bueno lo que Abú Mazen ha negociado. Si se niega, la responsabilidad del fracaso recaerá sobre ellos; si aceptan, se dirá que la paz se fraguó a pesar de Hamás. Su destino histórico depende de que Abú Mazen sepa jugar sus cartas o sea un desastre. Mientras, los israelís van sobre seguro. No han pactado directamente con Hamás: les hubiera hecho asumir responsabilidades directas; y es Tel- Aviv el que tiene la sartén por el mango.

Profesor de Historia.