El Colegio Cardenalicio, que rige los destinos de la Iglesia católica cuando mueren los papas, examinó en la reunión de ayer el coste global de la transición, desde la defunción de Karol Wojtyla hasta la elección del sucesor. Se trata de varios millones de euros, que las fuentes oficiales no han querido revelar y que sufragará la Santa Sede.

En la misma reunión los cardenales, que ayer fueron 134, decidieron que el acceso a la tumba de Juan Pablo II empiece a las siete de la mañana del miércoles. Antes, habían comunicado que el cónclave comenzará el lunes por la tarde.

Tal como prevén las leyes, ayer fueron nombrados los tres cardenales que colaborarán con el camarlengo, el riojano Eduardo Martínez Somalo, para dirigir el cónclave. Se trata del italiano Angelo Sodano, del sudanés Poolycarp Pengo y del alemán Walter Kasper. Curiosamente representan tres de los cuatro polos de votos que estarán presentes en el cónclave: la posición central de Europa, la potencia económica de la Iglesia alemana y el catolicismo del Tercer Mundo. Faltaría un cardenal de EEUU, que junto con los alemanes son los principales financiadores de la Iglesia, para que el simbolismo fuese completo.

SILENCIO Los 134 cardenales llegaron ayer al Vaticano andando, en taxi e, incluso, conduciendo sus coches. Ninguno soltó prenda, fieles al juramento de no hablar con los periodistas. "No podemos hablar", dijo el nigeriano Francis Arinze.

Una vez resueltos los temas prácticos, los purpurados escucharán ahora los discursos de dos predicadores, encargados de ilustrarles una radiografía actual de la Iglesia, que debería servir para orientar mejor el programa de gobierno del nuevo papa y, en consecuencia, la búsqueda del candidato ideal. Ayer los cardenales pidieron a los católicos que recen para que "el Espíritu Santo asista a los electores".

También se ocuparon de cuestiones más terrenales. Como de la plantilla de barrenderos, médicos, cocineros y camareros que deberán entrar en el recinto del cónclave para cuidar a los cardenales. Además, hablaron de todos aquellos que en estos momentos deben de estar haciendo todo lo posible para espiarles durante su retiro bajo llave.

Las leyes prevén que unos técnicos realicen barridos en las salas para buscar cámaras y micros. Los piratas informáticos y los micros ultrasensibles son las dos principales amenazas a las que se enfrenta el Vaticano.

Sin duda, este cónclave será el que sufra más intentos de espionaje de la historia debido a los avances tecnológicos, que no existían en 1978. El Vaticano se ha negado a dar detalles sobre las medidas adoptadas. Aun así, fuentes solventes explican que el Estado Pontificio tiene la posibilidad de aislarse de todo tipo de ondas magnéticas que lluevan del cielo o que algún cómplice quisiera enviar desde la tierra. Según estas fuentes, se trata de tecnología de EEUU. Además, la seguridad del Vaticano se reforzará durante el cónclave con policías italianos y agentes de seguridad privados.