Tras los fastos en el Ayuntamiento de Oslo, Mohamed el Baradei (63 años) atendió ayer a algunos medios. En una de esas entrevistas, con la televisión BBC, el jefe tranquilo de la Agencia Internacional de la Energía Atómica (AIEA) abogó por dar otros tres meses a Irán para resolver por medios diplomáticos la controversia en torno a sus supuestos planes de construcción del arma nuclear. La calma que muestra es para algunos una dote y para otros, léase EEUU, un defecto llamado laxismo. En la Casa Blanca, el veterano diplomático está considerado como un hombre flojo.

Washington lo mira mal desde el año 2003, cuando durante los meses previos a la guerra de Irak insistió en que el país árabe había abandonado su programa de fabricación de armas nucleares.

No se sabe si, visto lo visto, es decir, nada, que las armas de Sadam no han aparecido, El Baradei ha recibido alguna llamada de la Casa Blanca. Sí que es conocido que EEUU trató de impedir que asumiera un tercer mandato al frente de la AIEA, organización a la que se incorporó en 1984 y dirige desde 1997.

Ahora, con Irán, el pulso se repite. Washington se emplea en llevar a Teherán ante el Consejo de Seguridad y El Baradei se esfuerza en evitar la ruptura. El premio que acaba de recibir le animará a continuar en esta línea.