Unos 3,6 millones de bolivianos eligen hoy a su nuevo presidente en una contienda que, si las encuestas no fallan, allanaría el camino al poder a un indígena por primera vez en la historia del país más pobre de Suramérica: el dirigente de los campesinos cultivadores de coca, Evo Morales. Los comicios se han polarizado en torno al indígena, candidato del Movimiento al Socialismo (MAS), y Jorge Quiroga, un ingeniero de 44 años que ha pasado parte de su vida en EEUU, y que asumió la presidencia provisional entre el 2001 y el 2002 al fallecer el dictador Hugo Banzer.

Morales cuestiona el modelo neoliberal. Entre otras cosas, propone nacionalizar los hidrocarburos, despenalizar la hoja de coca y convocar de inmediato a una Asamblea Constituyente. Para Quiroga, de Podemos, el programa del MAS aislará a Bolivia del mundo y agravará la situación. El empresario Samuel Doria Medina, de Unidad Nacional, figura tercero en los sondeos.

En Bolivia, la mitad de la población es indígena. El país tiene la segunda reserva de gas regional, pero la calefacción es un lujo de ese 10% de la ciudadanía que concentra el 45% de la riqueza. El país llega a los comicios tras diversas revueltas, que obligaron a dimitir a los presidentes Gonzalo Sánchez de Lozada y Carlos Mesa. Por primera vez, sus prefectos (gobernadores regionales) se eligen de forma directa y formarán un fuerte contrapeso ante el Gobierno central.

Las tendencias indican que ninguno de los candidatos alcanzará la mayoría absoluta. Será entonces el congreso el encargado de designar al jefe del Estado entre los dos más votados.

LARGO DEBILITAMIENTO A su criterio, Bolivia vive un largo proceso de debilitamiento institucional que no invita al optimismo. "Corremos el peligro de la tribalización", dijo.

Y advirtió de que Morales se enfrentaría pronto a la resistencia de la élite económica de Santa Cruz, así como a dificultades para contener a su propia base radical. Y si fuera Quiroga el presidente, agregó, las turbulencias sociales se sucederán sin fin.