Un tribunal de Milán emitió el viernes 22 órdenes europeas de busca y captura contra otros tantos agentes de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) de EEUU, a los que acusa de haber secuestrado en el 2003 a Osama Mustafá Hasán, Abú Omar, un clérigo egipcio sospechoso de terrorismo pero protegido en Italia por el derecho de asilo.

El ministro de Justicia, Roberto Castelli, a quien fue enviada la euroorden para su tramitación, ha pedido las actas del caso, explicando que se trata de "un asunto extremadamente delicado" y que, además, Armando Spataro, el fiscal que dirige la investigación, "es un militante". Se entiende, de la izquierda. Es el mismo fiscal que se ocupó de la extradición de El Egipcio a España por su vinculación con el 11-M.

ITALIA-ALEMANIA-EGIPTO El caso fue desvelado en verano por la prensa italiana y Washington explicó que ese tipo de operaciones se realizan con el beneplácito de los gobiernos locales. Pero Silvio Berlusconi ha negado siempre que hubiese sido informado.

Según la reconstrucción de la Fiscalía de Milán, a las 12 del mediodía del 17 de febrero del 2003, Abú Omar caminaba por la Vía Conte Verde, en cuyo número 18 vivía con su esposa, Nabila. Dos personas le pidieron la documentación, una de ellas le aturdió con un chorro de gas y fue cargado en un furgón.

Pasó un año antes de que Nabila recibiera una llamada del marido, en la que le dijo que le llevaron a la base de EEUU en Aviano, donde fue torturado, de allí a otra base en Ramstein (Alemania) y después a Egipto. Le llamaba desde un lugar cercano a la prisión Al Tora, en el barrio Corniche de El Cairo, en la que también le torturaron. Inexplicablemente, estaba libre, aunque tras la llamada fue encarcelado de nuevo. "Por primera vez, un investigado ha sido sustraído a la autoridad judicial y conducido por la fuerza a otro Estado", ha escrito el juez Salvini. "La soberanía nacional ha sido violada", denuncia la oposición.

17 MÓVILES CONECTADOS El fiscal Spataro ha descubierto que en la escena del secuestro había al menos 17 teléfonos móviles conectados, correspondientes a nombres de agentes secretos de EEUU, que con los aparatos habían reservado hoteles y coches, usando tarjetas de crédito y documentos auténticos pero con nombres falsos. Año y medio después, alguno de los móviles volvió a ser usado por funcionarios de la embajada de EEUU en Roma. "O eran inexpertos, lo cual es improbable, o bien estaban tranquilos por la cobertura que Italia daba a la operación", opinan varios diputados.