En una sangrienta demostración de la fuerza militar que han acumulado desde que fueron derrocados del Gobierno --a finales del 2001--, los talibanes afganos mataron ayer a 18 personas en un atentado suicida perpetrado en uno de los barrios más seguros de Kabul. Un kamikaze hizo estallar su vehículo, cargado de explosivos, al paso de un convoy del Ejército de EEUU, en una calle muy cercana a la embajada estadounidense y a la sede del Tribunal Supremo. Las víctimas son 2 soldados norteamericanos y 16 civiles afganos.

El atentado es el más grave en la capital afgana desde que los talibanes perdieron el poder y se replegaron en zonas rurales del sur para resistirse, por la vía armada, al Gobierno instaurado por EEUU. Los autores no escogieron al azar el lugar: el coche bomba explotó cerca de la estatua erigida en honor de Ahmed Masud, héroe nacional afgano que lideró la resistencia contra los soviéticos y fue asesinado hace cinco años. La mayor parte de los muertos afganos eran empleados de la empresa municipal de limpieza, que preparaban el lugar para los fastos de hoy.

UNA SITUACIÓN DIFÍCIL El convoy estadounidense estaba compuesto por tres todoterrenos Humvee que quedaron semidestruidos. Dos soldados y cerca de 30 civiles resultaron heridos. "Fue una explosión enorme, de pronto todo se volvió negro", relató un policía.

"El ataque en Kabul fue llevado a cabo por el muyahidín Shah Wali, originario de la provincia de Nangarhar", declaró un portavoz talibán. Pese a que la posición oficial es que se está ganando la guerra contra los talibanes, los hechos demuestran que la guerrilla integrista está en su mejor momento. En el último año ha realizado una veintena de atentados suicidas en los que han muerto decenas de personas, entre ellas soldados estadounidenses, canadienses, alemanes y afganos, aunque la mayor parte de las víctimas han sido civiles. En total, más de 2.300 muertos ha dejado este año lo que algunos califican como el "resurgimiento" de los talibanes.

GOLPEAR Y HUIR Los guerrilleros han optimizado sus recursos y han optado por la táctica de golpear y huir para causar el mayor daño posible y evitar bajas en sus filas. Rehúyen el combate abierto, pero si no tienen alternativa son capaces de poner en aprietos a la moderna fuerza multinacional, como ha quedado demostrado en las refriegas registradas en el sur del país. Como subrayó ayer mismo el coronel Brett Boudreau, portavoz del Comité Militar de la OTAN, la organización se enfrenta actualmente en Afganistán a "la operación más difícil de su historia".

Boudreau se expresó así antes de que empezara en Varsovia la reunión de los 26 miembros del Comité Militar de la OTAN, convocado precisamente para analizar la situación en el país centroasiático. Los jefes del Estado Mayor de todos los países que integran la Alianza reconocieron que han subestimado la capacidad militar de los talibanes, y ayer anunciaron su compromiso de reforzar la Fuerza Internacional de Asistencia a la Seguridad (ISAF). Los 21.000 soldados desplegados actualmente en el país representan solo el 85% de lo que se había estimado como necesario para garantizar la seguridad, y ahora el debate se centrará en saber qué países aportarán más militares.