En una maniobra desesperada para maquillar su desprestigiada imagen --tanto a nivel nacional como internacional--, el primer ministro británico, Tony Blair, arrancó durante su visita a Oriente Próximo, el fin de semana, un compromiso de israelís y palestinos para reanudar el diálogo interrumpido entre ambas partes hace más de un año. Tras reunirse con Blair en Ramala, el presidente palestino, Mahmud Abbás (alias Abú Mazen), dijo ayer que está "listo" para reanudar "sin condiciones" la negociación con Israel. Con esta voluntad respondía al deseo "incondicional" que el primer ministro israelí, Ehud Olmert, había expresado el sábado ante Blair en Jerusalén.

Sin embargo, las esperanzas de reavivar el proceso de paz en el marco de la Hoja de ruta y una solución basada en la coexistencia de dos estados, como pidió Blair, son escasas, y responden más a las necesidades de tres mandatarios en plena caída libre y a la deriva que a la realidad. En Ramala, donde fue recibido con una pequeña manifestación de protesta, Blair defendió la formación de un Gabinete palestino de unidad que permita poner punto y final al actual embargo internacional. "Si se crea dicho Gobierno, creo que es justo que la comunidad internacional trate con él", manifestó el mandatario británico.

EXIGENCIA "INJUSTA Y PARCIAL" No obstante, la posibilidad de un Gobierno de unidad, a pesar de la confianza mostrada por Abú Mazen, tiene escasas opciones de concretarse. Hamás, que gobierna en solitario, reiteró ayer su deseo de establecer un Gobierno de coalición "siempre que no responda a pautas dictadas". El portavoz del movimiento islamista, Sami Abú Zuhri, rechazó, pues, esa exigencia. Además, la calificó de "injusta, parcial y condicionada".