El homicidio de la periodista rusa Anna Politkóvskaya, asesinada a tiros el sábado en el ascensor de su casa, en Moscú, ha puesto de manifiesto una vez más el riesgo que corre el periodismo honesto en la Rusia de Vladimir Putin. Pese a que el presidente ruso se ha proclamado partidario de la "verdadera libertad de prensa", el 90% de los medios de la comunicación están monopolizados por las autoridades, según relató a este diario el secretario general de la Unión de Periodistas de Rusia (UPR), Igor Yakovenko: "El 90% del espacio informativo está dominado por pura propaganda oficiosa. Todas las televisiones de difusión nacional están controladas por el Kremlin. Lo que queda son pocos periódicos independientes, cuya influencia se limita a Moscú o San Petersburgo".

Tras su llegada al poder en el 2000, Putin inició una campaña para controlar a los medios, cuyas víctimas más importantes han sido las televisiones privadas NTV y TV6. A estas se les han añadido las compras que personas leales al Kremlin han hecho de medios de comunicación críticos, con el fin de cerrarlos o cambiar su política. Casi todos los medios rebeldes han sido adquiridos por empresas metalúrgicas y petroleras.

Restricciones

La última víctima de estas transacciones ha sido el bisemanario Nóvaya Gazeta, donde trabajó Politkóvskaya. En junio, los periodistas vendieron el 49% de las acciones al expresidente de la URSS, Mijail Gorbachov, y al diputado de la Duma rusa, Alexander Lebedev, exagente de los servicios secretos.

Con Putin se han adoptado unas 40 enmiendas restrictivas a leyes que rigen la libertad de expresión. Las autoridades regionales interpretan a su manera la presión del Kremlin sobre los medios. Según un estudio de la UPR, en más de 40 de las 89 regiones rusas se ha creado una situación "desfavorable" para el desarrollo de los medios independientes. La prensa regional, perjudicada por la supresión de unas exenciones fiscales vitales para su existencia, tiene que buscar la protección de las autoridades locales.

Los asesinatos de periodistas han aumentado desde el 2000, mientras el desenmascaramiento de sus culpables es inferior a la norma general. Según el presidente de la Fundación para la Defensa de Glasnost (transparencia), Alexei Símonov, nueve periodistas murieron en los dos últimos años y varias decenas fueron agredidos. En más de 50 ocasiones las sedes de medios de comunicación sufrieron asaltos y presiones.