Aishah Azmi, la profesora auxiliar de 23 años suspendida de empleo en una escuela anglicana de Inglaterra por llevar el rostro cubierto con el velo islámico, perdió ayer la demanda que había presentado por discriminación y acoso religioso. Azmi recibirá, sin embargo, el equivalente a 1.600 euros por "persecución", ya que el tribunal laboral encargado de tramitar la querella ha considerado que se han herido sus sentimientos.

La demandante se mostró "decepcionada" porque, según dijo, "está claro" que sufrió discriminación, y anunció que apelará el fallo. Azmi está dispuesta a llevar su caso, si es preciso, ante el Tribunal de Justicia de Derechos Humanos de Estrasburgo. Entretanto, la escuela deberá decidir, una vez concluyan los que se anuncian como unos largos procesos legales, si la readmite.

Rodeada por sus abogados, Azmi compareció ante los medios de comunicación cubierta con un niqab negro que solo dejaba ver los cristales de sus gafas y leyó un comunicado en el que criticó a los miembros del Gobierno --incluido el primer ministro, Tony Blair-- que se han pronunciado sobre su caso. "Las mujeres musulmanas que llevamos el velo no somos extraterrestres y los políticos tienen que reconocer que lo que dicen puede tener un impacto muy peligroso en las vidas de las minorías, a las que ellos tratan como marginados", dijo.

A preguntas de los periodistas, la profesora aclaró que no llevaba el velo cuando estaba en clase, ni en presencia de colegas de sexo femenino, pero en cambio sí cuando había delante algún hombre. La joven dijo estar satisfecha con la decisión del tribunal de reconocer "la manera persecutoria con que el colegio y la autoridad educativa local han gestionado el asunto".

"La integración implica que las personas como yo puedan estar en el mundo laboral para que la población pueda ver que somos capaces de no provocar miedo ni desconfianza", dijo.