El Gobierno del presidente de Estados Unidos, George Bush, intenta convencer a la opinión pública de su país de que es posible aún acabar con el caos en Irak. Este es el mensaje que lanzó ayer el embajador de EEUU en Bagdad, Zalmay Jalilzad, a menos de tres semanas de las elecciones parlamentarias estadounidenses, que vislumbran una sonora derrota de los republicanos, firmes defensores de la política de Bush en el país árabe.

El diplomático dijo que "el éxito en Irak es posible en un plazo razonable", sin especificar cuánto tiempo es necesario para acabar con la violencia que se lleva cada día una media de un centenar de muertos. El embajador se refirió a una nueva estrategia, elaborada por Washington, con la que está previsto, en colaboración con las autoridades iraquís, dar la vuelta a la situación. Para el diplomático, el objetivo es crear "un Irak multiétnico y multiconfesional".

Jalilzad se refirió a la necesidad de revisar la Constitución, aprobada hace un año con la oposición de los sunís, que rechazan el proyecto federalista. Poner de acuerdo a los diferentes actores de la política iraquí no es fácil. Washington ya lo ha intentado sin éxito.

SIN RENUNCIAS Nada hace suponer que los políticos iraquís alcancen acuerdos concretos. Los chiís, en el poder, y los kurdos, no parecen dispuestos a renunciar a sus aspiraciones federalistas. Ayer lo dejó claro Abdelaziz Hakim, líder del Consejo Supremo de la Revolución Islámica de Irak, principal partido de la alianza chií, que volvió a pedir la formación de una gran región chií que englobaría las zonas del sur, ricas en petróleo.

En el plano de la seguridad, el embajador de EEUU insistió en que es necesario desarmar a las milicias chiís, al tiempo que volvió a acusar a Siria e Irán de apoyar a los grupos armados en el país. Por su parte, el jefe máximo de las tropas de EEUU en Irak, el general George Casey, afirmó que en un plazo de 12 a 18 meses el Ejército y la policía iraquís podrán asumir la seguridad de todo el país. Y Washington podría reducir sus tropas.

30 MUERTOS Pero, de momento, la violencia sectaria y los atentados de grupos sunís no cesan. Ayer hubo una treintena de víctimas, cinco de ellas soldados estadounidenses. El Ejército de EEUU, que en lo que va de octubre ha perdido más de 90 hombres, confirmó ayer el secuestro de uno de sus soldados, de origen iraquí, en Bagdad. El militar desapareció tras abandonar la fortificada Zona Verde, el búnker sede del Gobierno iraquí.