La jerarquía de la Iglesia polaca quiere impedir una reedición del caso Wielgus, el arzobispo de Varsovia que fue obligado a dimitir por el Papa después de que se probara que colaboró con la policía secreta comunista, la SB. Ayer, el episcopado anunció la creación de una comisión cuya tarea consistirá en examinar el pasado de todos los obispos polacos durante la etapa comunista. Todos los obispos, que decidieron esta medida en una reunión, han aprobado someterse a este examen.

Satisfechos por esa medida, los hermanos Kaczynski, que hoy dirigen el país como presidente y primer ministro, confían en que este episodio no debilite a la Iglesia, a la que definieron como "la única depositaria de los valores compartidos por una gran mayoría de polacos". Además, el primer ministro, Jaroslaw Kaczynski, ha anunciado una iniciativa legislativa que pretende castigar a los antiguos miembros de la SB. Se trata de publicar sus nombres, de prohibirles ocupar puestos en el Estado y de reducir sus pensiones.

El caso Wielgus ha ayudado a los hermanos Kaczynski a tirar adelante esa ley anticomunista, que era el caballo de batalla de su partido, Derecho y Justicia. "Hay que golpear fuerte y colocar en un primer plano a los culpables, a aquellos que destruían a la gente", declaró Kaczynski.

Los documentos que acreditan la colaboración del arzobispo dimisionario con la policía secreta son inapelables. Entre ellos, un formulario de la SB firmado por el religioso el 23 de febrero de 1978. "Yo, Wielgus Stanislaw, acepto voluntariamente cooperar con los servicios de información de la República Popular de Polonia durante mi estancia en el extranjero. Mi cooperación consistirá en realizar tareas de espionaje en la República Federal Alemana y en los países enemigos. Se me proporcionarán los medios para llevar a cabo mis tareas: instrucciones, medios financieros y materiales y, si fuera necesario, ayuda jurídica".

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