Hillary Clinton no se anda con rodeos. Decidida a convertirse en la primera mujer presidente de EEUU en el 2008, la exprimera dama y actual senadora por Nueva York se zambulló en su campaña este fin de semana acudiendo a Iowa, estado donde empieza cada cuatro años la larga carrera presidencial. Allí, frente a un nutrido grupo de demócratas, la candidata agarró el toro por los cuernos y aceptó su error al respaldar en el 2002 la guerra de Irak, que ahora ella misma critica y rechazan mayoritariamente los estadounidenses.

"Me responsabilizo de mi voto", dijo Hillary en referencia a la votación en el Senado para autorizar al presidente de EEUU, George Bush, a atacar a Irak, y mostró su arrepentimiento por aquella crucial decisión, similar a la del grueso de la oposición demócrata. "Ojalá hubiera posibilidad de repetir las cosas, pero en la vida no la hay, y yo actué en función de lo que creía entonces", explicó.

Después, esta candidata de hierro enseñó los dientes, como avance de lo que será su campaña. "El presidente empleó mal la autoridad que le dimos", arremetió, y acusó a Bush de haber proporcionado al Congreso información errónea sobre Irak para conseguir su respaldo y poder lanzar el ataque miliar que la ONU no autorizó.

Su posición sobre Irak es uno de los talones de Aquiles de la exprimera dama, ya que sus dos rivales más directos a la candidatura demócrata a la presidencia --el senador Barack Obama y el excandidato a vicepresidente John Edwards-- votaron en contra del ataque a la nación árabe. Pero Hillary tiene una carta para contrarrestar el efecto Irak: su posición contra el terrorismo.

"Como senadora por Nueva York, viví el 11-S y todavía estoy lidiando con sus secuelas, así que tengo una visión diferente de otros que vendrán a hacer campaña", dijo refiriéndose a Obama y Edwards, además de a su futuro rival republicano, en caso de que sea elegida candidata demócrata a la Casa Blanca. "Yo creo que estamos metidos en una guerra contra enemigos despiadados y sin corazón, que nos atacarían si pudieran", recalcó. En este contexto, Hillary no apoya retirar ya las tropas de Irak pero se opone a aumentarlas, y considera que su repatriación "será un problema para el próximo presidente".

"Ya es hora de que tengamos una presidenta", dijo convencida de sus posibilidades de serlo, incluso cuando muchos estadounidenses verán difícil de tragar que una mujer sea comandante en jefe del Ejército en un tiempo de guerra como el actual.