Queda más de un año para las elecciones presidenciales en EEUU, pero el mandato de George Bush empieza a dar sus últimos estertores. Ayer, Karl Rove, su principal asesor, vital estratega en su triunfal carrera política desde Tejas hasta Washington, amigo íntimo y uno de los miembros de la Administración republicana que más cerca ha sentido el aliento de la justicia, anunció su dimisión. El cargo que abandonará el próximo día 31 es el de subjefe de personal y asesor sénior, pero el nombre es lo de menos.

Se va El arquitecto o El cerebro de Bush: el estratega que le llevó al centro de mando de la política mundial, donde lleva casi siete tumultuosos años. Se despide un hombre, de 56 años, que marcó nuevos --y hasta su llegada, desconocidos-- límites sobre la influencia política de un asesor en la Casa Blanca. Dice adiós el ideólogo de dos campañas presidenciales muy diferentes y exitosas, un hombre de tácticas agresivas, de un profundo conocimiento de la política y de las encuestas, un dirigente que ha lanzado demoledoras campañas contra los demócratas y que redescubrió el potencial del voto cristiano para Bush.

ACTUACIONES PERSEGUIDAS Y dimite uno de los políticos más implicado en controvertidas actuaciones perseguidas por la justicia y por los comités del Congreso, ya sea la filtración del nombre de una agente de la CIA (Valerie Plame) o su implicación en el oscuro despido de fiscales.

El adiós de Rove es el último en una serie de abandonos del círculo más cercano al presidente, que ha incluido el del asesor Dan Bartlett; el del director de presupuesto Rob Portman; el de la abogada Harriet Miers y el de Donald Rumsfeld, forzado a abandonar Defensa tras el descalabro electoral de las legislativas del pasado noviembre. La noticia de la dimisión llegó cuando salió de las imprentas la edición de ayer del Wall Street Journal con una entrevista en la que Rove anunciaba su decisión, escudada en motivos familiares no excesivamente convincentes, pues su único hijo está ya en la universidad. La confirmó Rove en una breve y emotiva intervención en la Casa Blanca junto a Bush, que lo definió como "un amigo muy querido". "Servirle ha sido una alegría y un honor", dijo Rove ante la prensa antes de deshacerse en elogios hacia Bush.

DESPEDIDA POSPUESTA Rove llevaba casi un año estudiando su despedida, pero pospuso su adiós para ayudar a los republicanos en los comicios de noviembre, donde se produjo un enorme descalabro al ganar los demócratas la mayoría en las dos Cámaras. También quiso ayudar a Bush en su intento --frustrado-- de reformar las leyes de inmigración. El voto hispano puede ser clave para los republicanos en el 2008. El empujón final, dicen en la Casa Blanca, llegó cuando el jefe de personal anunció que quienes estuvieran en la Administración en septiembre deberían seguir hasta el final de mandato de Bush. Rove decidió no hacerlo.