Lo último que George Bush quiere es que los aliados le dejen solo en Irak y Afganistán. Así que les ha pedido que no retiren a sus soldados hasta completar el "duro trabajo" que han empezado: acabar con Al Qaeda y con la violencia sectaria.

En una entrevista en la cadena Sky News, con motivo de su viaje a Australia, Bush declaró: "Entiendo que tienen sus propias políticas internas, pero necesitamos a todos los aliados. Las decisiones de la coalición siempre se han basado en las condiciones sobre el terreno. Un fracaso en Irak llevaría al caos a Oriente Próximo y a más ataques en EEUU y otros países".

Su mensaje va dirigido sobre todo al primer ministro británico, Gordon Brown, y también al jefe de la oposición australiana, Kevin Rudd, quien ha prometido negociar la salida de los 1.500 soldados australianos en el país árabe si gana las elecciones en enero. Esta es la primera declaración pública de Bush sobre los planes del Reino Unido, que en febrero tenía 7.100 soldados en el sur de Irak y ahora 5.500, que quiere empezar a replegar.

PENDIENTE DE BROWN "Cuando Gordon Brown tome una decisión me lo hará saber, pero una salida no significa que todos los soldados se vayan a casa. Los británicos seguirán presentes para ayudar al Gobierno iraquí", apuntó Bush. Sin embargo, Downing Street dejó claro esta semana que cualquier decisión dependerá de las condiciones en Basora, independientemente de la situación en Bagdad. Una posición que contrasta con la que defendió Tony Blair.

Por otra parte, el cabo del Cuerpo de Infantes de Marina de EEUU Humberto Mendoza confesó ayer durante una vista militar que recibió la orden de matar a tiros a dos civiles iraquís en Hadiza en noviembre del 2006. Durante su comparecencia en la base militar de Camp Pendleton, Mendoza explicó que fue testigo del momento en que otros miembros de su escuadrón asesinaron a otros civiles después de que una bomba matara al soldado Miguel Terrazas.

El cabo fue el primer testigo contra el sargento Frank Wuterich, acusado de encabezar el grupo militar que, según sostienen los fiscales, dirigió la matanza de 24 civiles iraquís desarmados, entre ellos mujeres y niños, en represalia por la muerte del soldado Terrazas.