Kosovo es ya el 50° Estado independiente de Europa. A las 15.51 horas de ayer, el Parlamento kosovar aprobó por unanimidad de los 109 diputados presentes --los serbokosovares no asistieron-- la declaración de independencia unilateral de Serbia, país al que invitó a no inmiscuirse más en sus asuntos. La Cámara solicitó a los "países amigos" el inmediato reconocimiento del nuevo Estado, en referencia a los miembros de la Unión Europea y EEUU.

Belgrado replicó que "nunca" reconocerá la soberanía de su provincia más meridional. Tampoco lo va a hacer Rusia, su principal aliado, que ayer solicitó a la ONU una reunión urgente del Consejo de Seguridad por considerar que la proclamación vulnera la ley internacional.

"Hemos esperado este día durante mucho tiempo", dijo el primer ministro kosovar, Hasim Thaçi, emocionado y entre los aplausos reiterados de los diputados. En lengua serbia, mandó un mensaje enérgico a Belgrado: "El día de hoy significa el fin de todas las pretensiones de que Belgrado mande en Kosovo". Thaçi aceptó la condición de la ONU de no adherirse a Albania, con la que comparte lengua y cultura, y de tener buenas relaciones con los vecinos. "Claro que sí, incluida Serbia", dijo.

IGUALDAD Pero, inmediatamente quiso tranquilizar a los serbokosovares, también en su propio idioma: "Todos los kosovares, sin distinción de etnia, serán ciudadanos iguales. Estamos construyendo un país en el que todos disfrutarán de los mismos derechos", subrayó con vehemencia.

Thaçi agregó: "Nuestros sueños son ilimitados. Se presentan muchos obstáculos, pero nunca nos alejaremos de nuestra causa. Estamos haciendo historia y el mundo nos observa". El primer ministro aceptó la tutela de la ONU y de la UE en el proceso, tal y como establece el plan Ahtisaari, "hasta que las instituciones de Kosovo sean capaces de asumir esa responsabilidad".

FUTURO EN EUROPA Thaçi desveló que el nuevo Estado se llamará República Democrática de Kosovo y tendrá como bandera su propio mapa en amarillo con fondo azul y coronado por seis estrellas, también amarillas (similar a la de la UE). El mandatario precisó que su futuro está en la UE, en la ONU y en la OTAN, y se comprometió trabajar para "la paz futura, la prosperidad y la estabilidad de los Balcanes". Y prometió también "mejorar las estructuras" para dar "pan y trabajo" a todo el mundo.

Serbia exigió a Kosovo la anulación de la independencia y culpó a EEUU y la UE de la "amputación" de una parte de su territorio. El presidente serbio, Boris Tadic, afirmó que "Serbia nunca reconocerá la independencia de Kosovo", aunque señaló que lo hará "recurriendo a todos los medios pacíficos, diplomáticos y legales para revocar este acto perpetrado por las instituciones de Kosovo".

Con mayor virulencia se expresó el primer ministro de Serbia, el nacionalista Vojislav Kostunica. "El presidente de EEUU es responsable de esta violencia, al igual que sus partidarios europeos. Quedarán en la historia de Serbia en letras negras".

Y mayor contundencia aún esgrimió un destacado miembro de la Iglesia ortodoxa serbia, que desoyó las peticiones de calma a los serbokosovares de la jerarquía. En un artículo publicado en el diario Glas Javnosti, el arzobispo Artemije Radosavljevic afirmó que Serbia debería movilizar al Ejército, declarar Kosovo "territorio ocupado" y adquirir armas rusas para recuperar la provincia. El líder religioso subrayó que "Kosovo siempre ha sido y será territorio serbio".

Pero, la población ignoró las amenazas serbias. La muchedumbre congregada en la avenida Madre Teresa de Pristina saltaba y cantaba. No hubo ninguna referencia a Serbia y sí muchos gritos de "independencia". Pese a los 6 grados bajo cero, el ambiente era de verano. Miles de kosovares tomaron el centro. Enarbolaban la bandera albanesa --águila negra bicéfala sobre fondo rojo-- y la de EEUU. Muchos albaneses residentes en el extranjero viajaron a Kosovo para participar en la jornada.

SUEÑO CUMPLIDO "Los albaneses de Kosovo hemos realizado hoy el sueño de varias generaciones con la proclamación de la independencia, que nos llena de alegría y esperanza", gritaba un anciano, con lágrimas en los ojos, que portaba una fotografía de Bill Clinton con Ibrahim Rugova, el Gandhi de los Balcanes, expresidente kosovar recientemente fallecido. Un día histórico que supuso la culminación de años de lucha y sufrimiento para los kosovares. Y vitorearon a EEUU y la UE, sus patrocinadores. De ellos, esperan un último favor: el reconocimiento inmediato de la nueva República Democrática de Kosovo.