El peor de los temores chinos se hizo realidad ayer. A solo cinco meses de los Juegos Olímpicos, le explotó el largamente larvado conflicto de Tíbet. La protesta pacífica de cientos de monjes iniciada días atrás derivó ayer en algaradas generalizadas en las calles de Lasa, la capital, y los enfrentamientos entre los manifestantes y las fuerzas de seguridad provocaron al menos dos muertos. Se trata de las peores protestas contra el régimen chino vividas en la región autónoma desde 1989. China decretó el cerrojo informativo, así que es difícil cuantificar la tragedia.

Los testigos contactados por teléfono hablan de tiendas y coches quemados, lanzamiento de piedras, persecuciones policiales y un clima generalizado de caos. La violencia tibetana se ha dirigido no solo contra las fuerzas policiales, sino también contra los han, la etnia mayoritaria china, acusada de pretender colonizar la región. Radio Free Asia citó a un testigo que dijo haber visto dos manifestantes muertos en las inmediaciones de Barkor, una céntrica zona comercial.

Según la misma fuente, dos monjes del monasterio de Drepung intentaron suicidarse cortándose las venas en protesta por la respuesta policial y están en estado grave. La embajada de EEUU confirmó que se habían escuchado disparos y recomendó a todos sus ciudadanos no salir a la calle y abandonar la región. "La situación es muy caótica. Ha habido gente quemando coches, motos y autobuses. Hay humo por todas partes y han lanzado piedras y roto ventanas. Tenemos miedo", dijo ayer un testigo. Otro testigo cuantificó en 400 los manifestantes que empezaron las protestas en el mediodía de ayer en las cercanías del templo Jojang, en la parte antigua de la capital, y que se habrían enfrentado a un millar de policías. Los enfrentamientos se prolongaron durante todo el día. El conflicto empezó el lunes en Lasa, cuando cientos de monjes desfilaron por las calles exigiendo derechos humanos a Pekín y reclamaron la independencia, aprovechando el 49° aniversario del levantamiento popular fracasado que terminó con el exilio de 10.000 tibetanos, el dalái lama entre ellos.

DESPLIEGUE POLICIAL La policía detuvo el lunes a "unas docenas de monjes", como confirmó China, lo que provocó que dos días después la concentración aumentara a unos 600 monjes. La policía disolvió la marcha con gases lacrimógenos y porras eléctricas. Desde entonces, la presencia policial y militar se incrementó en calles y monasterios, que están cercados por miles de agentes. La población civil se sumó a las protestas, que se extienden por las regiones antes tibetanas y ahora repartidas por provincias chinas.

El Gobierno chino mantuvo silencio ayer. El día anterior, Qin Gang, el portavoz del Ministerio de Exteriores calificó los disturbios de "estúpida argucia" dirigida por el dalái lama. Este apeló a Pekín a dejar "de utilizar la fuerza" y abordar con el diálogo el "resentimiento de los tibetanos". EEUU y la Unión Europea pidieron contención a China.