Las autoridades chinas reconocieron hoy que las protestas violentas se extendieron a las provincias con fuerte población tibetana vecinas al Tíbet, en cuya capital Lhasa, detuvieron a 24 personas y 170 se entregaron, según la agencia oficial Xinhua. La violencia desatada en las provincias de Sichuan y Gansú está estrechamente vinculada a la sucedida en Lhasa y coordinada por la "el Dalai Lama y su camarilla", informaron fuentes gubernamentales locales, citadas por Xinhua. "Los hechos no fueron coincidencia sino que estuvieron coordinados. Fueron sabotajes bien organizados y premeditados cuyo ulterior motivo es perturbar los (Juegos Olímpicos) JJOO de Pekín, destrozar la paz y estabilidad, y dividir el país", dijo Zhang Yusheng, portavoz del gobierno provincial de Gansú.

Según el periódico oficial "Tibet Daily", las dos docenas de sospechosos fueron además arrestados por "poner en peligro la seguridad nacional, golpear, destrozar, saquear y otros crímenes graves", que originaron inestabilidad y violencia. (La cuidada terminología de "crímenes graves" y "atentado contra la seguridad del Estado" alude, según fuentes independientes, a que en China se pueden aplicar a los responsables de estos delitos duras condenas e incluso la pena de muerte). Las provincias vecinas de Tíbet fueron tomadas por las Fuerzas Armadas y las únicas imágenes que ofrecen la cadena de televisión nacional CCTV es la de camiones militares cruzando calles por las que patrullan decenas de soldados.

La prensa extranjera tiene el acceso vetado no solamente al Tíbet sino a las provincias vecinas, como Sichuan, Gansú o Qinhai, por lo que las informaciones directas son muy difíciles de obtener. Según Pekín, las protestas fueron orquestadas por el Dalai Lama desde su exilio en la India, un extremo que el líder espiritual tibetano niega, amenazando con dimitir y pidiendo incluso el regreso a la negociación con China sobre una mayor autonomía para el Tíbet. La montañosa zona de Aba, en el noroeste de Sichuan, junto a los condados de Xiahe, Maqu, Luqu y Jone y la ciudad de Hezuo, al sureste de Gansú, sufrieron las principales protestas, reconocieron las autoridades y, en esta última, los manifestantes atacaron oficinas gubernamentales y escuelas.

Según la agencia Xinhua, los disturbios acarrearon "grandes daños" a tiendas y oficinas gubernamentales chinas en el condado de Aba, en la provincia vecina al Tíbet de Sichuan, de fuerte población tibetana, confirmando oficialmente la existencia de manifestaciones violentas fuera de la región autónoma. Numerosos policías y representantes gubernamentales resultaron heridos en el condado, donde las protestas comenzaron el pasado 16 de marzo y originaron también la quema de una docena de vehículos y golpes a civiles, dijo la misma fuente oficial.

Según el jefe de la prefectura de Gansú, Mao Shengwu, la violencia comenzó en esa provincia el 15 de marzo en 5 condados al sureste de la provincia y "al juzgar por los signos, la destrucción fue organizada e inflamada por grupos separatistas de dentro y fuera de China para desestabilizar el orden social". "Pero, todo vuelve a la normalidad", aseguró Mao.

Las fuentes oficiales citadas por Xinhua destacaron en todo momento que los manifestantes ondearon banderas del gobierno tibetano en el exilio, pidiendo la independencia del Tíbet mientras arrojaban piedras y bombas de gasolina. Sin confirmación independiente, la agencia Xinhua informó de que la violencia originó en Lhasa, desde el pasado 10 de marzo, 13 "personas inocentes" y al menos 3 manifestantes muertos, 325 heridos y daños materiales por unos 28 millones de dólares (17,8 millones de euros). Según los grupos tibetanos en el exilio, el número de muertos ya supera el centenar.