Argentina recupera con los Kirchner los condimentos del olvidado teatro peronista. Si algo faltaba, además de las liturgias de masas, el desfile de los sindicatos y las iconografías, era una escena que condensara la política y el melodrama. Eso sucedió el miércoles. Cristina Fernández de Kirchner había acabado de hablar a la multitud en la plaza de Mayo. Saludaba con la mano cuando Néstor Kirchner fue al centro del escenario y la abrazó. "Te amo mucho", le dijo.

Los labios del expresidente deslizaron palabras apasionadas. Las palabras inaudibles evocaron las que se decían en público Juan Domingo Perón y Eva Duarte. El balcón de la sede presidencial y la tarima de los oradores fueron, entre 1946 y 1952, los lugares para unir la alcoba conyugal y la patria en un beso.

Hoy, aquellas situaciones filmadas en blanco y negro vuelven a todo color.

Con Perón no se jode. Los carteles se esparcieron en el 2007 por Buenos Aires cuando la justicia argentina simuló querer extraditar de España a Isabel Martínez, la exbailarina y tercera esposa del mítico general, a quien había conocido durante su exilio, a fines de los 50, y de quien heredó la presidencia el 1 de julio de 1974. A Isabel se la acusa de encubrir los casi 500 asesinatos de la Triple A. La posibilidad de que fuera juzgada movilizó a un sector del peronismo en su defensa. Otros peronistas, en cambio, todavía esperan verla comparecer ante un tribunal.

COMPONENTE PLEBEYO "El peronismo es el hecho maldito de la política argentina". La frase es de John William Cooke, delegado personal de Perón en la primera etapa de su exilio. Cooke exaltaba el componente plebeyo de un movimiento nacido al calor de un vasto programa de justicia social. Hoy, con unos Kirchner acostumbrados a ordenar, vuelve a hablarse de distribución de la riqueza. Parte de los intelectuales apenas vislumbran ademanes demagógicos.