Seis años preparando una matanza escolar que finalmente fue consumada en poco más de hora y media. Esto es lo que se desprende de los primeros datos de la investigación tras la masacre cometida el martes por Matti Juhani Saari en un instituto de enseñanza profesional de Kauhajoki, en el oeste de Finlandia, en la que murieron, además del agresor, nueve alumnos y un profesor. La policía considera "muy probable" que Saari se pusiera en contacto con Pekka-Eric Auvinen, de 18 años, que hace un año cometió un crimen similar en una escuela de Tuusula.

Saari dejó en la habitación donde residía dos breves notas escritas a mano en las que daba a entender todo ello y que desprendían un profundo odio hacia la condición humana. "El contenido de las notas indica que odiaba a la raza humana y que había empezado a planear esto en el 2002", dijeron ayer fuentes de la investigación. En uno de los mensajes manuscritos, Saari afirmaba que "la solución es Walther", en referencia a la Walther 22, la pistola calibre 22 con la que cometió el crimen.

Acerca de la personalidad de Saari, los medios de comunicación finlandeses daban ayer informaciones contradictorias. Mientras que unos, después de haber hablado con personas cercanas a él, lo describen como un joven alegre y con muchos amigos, otros conocidos aseguran que era tímido y retraído.

Las 10 víctimas fueron trasladadas a Helsinki para su identificación, en la que es posible que se realicen tests de ADN. Varios cadáveres resultaron carbonizados en el incendio provocado por Saari con cócteles molotov.

Se ha abierto una investigación para saber por qué la policía no le retiró la licencia de armas, tras los vídeos amenazadores colgados en Youtube. Según la ministra del Interior, Anne Holmlund, el agente que interrogó a Saari el lunes fue el mismo que le concedió la licencia de armas en agosto. El inspector está ahora de baja.