El tercer y último asalto fue el más interesante, el mejor disputado y arbitrado, y aunque no se dio un KO, hubo un ganador. El candidato demócrata a la Casa Blanca, Barack Obama, superó el miércoles en la Universidad Hofstra en Hempstead (Nueva York) el más intenso y tenso cuerpo a cuerpo con su rival republicano, John McCain, y entró en la recta final de la campaña reconfirmando su imagen de político capacitado y consistente y su condición de favorito. Pero, pese a esa ventaja que confirman las encuestas, Obama es consciente de los peligros que conlleva la complacencia.

Ayer, a 19 días de las elecciones, recordó la importancia de no bajar la guardia. "He estado en esta posición antes. Cuando hemos sido favoritos, la prensa empieza a dejarse llevar y acabamos recibiendo un cachete", dijo en Nueva York antes de hacer campaña en Nuevo Hampshire, un estado aún no definido.

Allí, como en Pensilvania, Florida, Indiana, Colorado y Carolina del Norte, entre otros estados, sigue abierta la lucha, especialmente por los votantes aún indecisos. Y para tratar de convencerlos, la campaña de Obama estrenó un nuevo anuncio en que se vincula a McCain con las políticas de los ocho años de George Bush.

Esa promete ser una de las líneas de discusión política de los próximos días, especialmente después de que en el debate McCain pronunciara su más contundente distanciamiento de Bush: "Yo no soy el presidente Bush. Si usted Obama quería competir con él debería haberse presentado hace cuatro años. Yo voy a dar una nueva dirección a la economía en este país".

Pero al republicano le hace falta más que un golpe de efecto para convencer a los indecisos de que si le votan estarán eligiendo al John McCain que se hizo famoso como un independiente en el Senado.

PROBLEMA DE IMAGEN McCain aprovechó su última oportunidad de mejorar su actuación ante decenas de millones de ciudadanos. Pero era difícil que 90 minutos pudieran ser determinantes. McCain tiene, además, un problema de imagen. Tanto la mayoría de periodistas como la de los votantes indecisos que comparten sus opiniones en caliente con las televisiones tras los debates le vieron el miércoles como un hombre agrio. Y sus risas nerviosas, sus gestos y sus descalificaciones --planteó como negativo que Obama fuera "elocuente"-- destacaban en contraste con el aplomo del demócrata.

En contenidos, el debate no aportó mucho. Los candidatos enfrentaron sus posiciones sobre el derecho al aborto y delinearon vagas propuestas educativas. Esos temas no los habían debatido hasta ahora. Otros, como la inmigración o Guantánamo, ya nunca los debatirán.