Binyamin Netanyahu ya puede respirar tranquilo. El Partido Laborista de Ehud Barak se sumará a su coalición de gobierno después de que su comité central respaldara ayer en una turbulenta votación la propuesta de unir fuerzas con la derecha. El arriesgado giro de Barak, que prometió purgar su pésimo resultado electoral desde la oposición, cuenta con la oposición de amplios sectores del partido, que le acusan de traicionar los principios del laborismo a cambio de mantenerse cerca del poder. Siete de sus diputados ya han dicho que no respetarán el pacto con Netanyahu, una garantía de inestabilidad para el próximo Gobierno.

El debate previo a la votación en el comité central laborista --saldada con 680 votos a favor y 570 en contra-- fue un reflejo de la fragmentación y la crisis profunda que vive el histórico partido de centroizquierda.

ABUCHEOS Y SILBIDOS Barak tuvo que enfrentarse a las interrupciones en forma de silbidos y abucheos de una parte de los delegados mientras defendía la conveniencia de unirse al Gobierno del Likud, donde estarán representados todos los matices del espectro conservador, desde la extrema derecha a los fundamentalistas religiosos y, posiblemente también, los colonos.

"Quien piense que es más inteligente construir el Laborismo como una quinta rueda en la oposición que como una contrafuerza a la derecha en el Gobierno, no sabe de lo que habla", dijo el actual ministro de Defensa, quien se ha asegurado su continuidad en el cargo. Barak trató de defenderse de quienes le acusan de perseguir su supervivencia política tras haber abocado al partido al peor resultado de su historia. "Los votantes --dijo-- quieren vernos en el Gobierno".

La ratificación laborista llegó unas horas después de haber alcanzado un acuerdo de coalición con el Likud tras una negociación maratoniana, cerrada en menos de 24 horas. Empeñado en moderar el perfil de su Gobierno para hacerlo más digerible al gusto de la nueva Administración de EEUU, Netanyahu ha hecho a los laboristas una oferta generosa tratándose de la cuarta formación en el Parlamento con solo 13 escaños. Además de cinco ministerios, incluidos el de Defensa e Industria, ha cedido a muchas de sus pretensiones en materia socieconómica.

¿ESTADO PALESTINO? A cambio Barak ha sacrificado el compromiso sobre el papel de su partido con la creación de un Estado palestino. Entre otra cosas porque, según los analistas, coincide con Netanyahu en que no es una opción realista a corto plazo. El pacto entre ambos partidos, pese a todo, estipula que el próximo Gobierno buscará "un acuerdo regional para la paz y la cooperación en Oriente Próximo" y suscribirá los compromisos diplomáticos alcanzados por anteriores Ejecutivos.

Barak hace tiempo que perdió la credibilidad. Esta misma semana se aprobó la construcción de un nuevo asentamiento y se negó a cumplir el fallo del Tribunal Supremo para desmantelar nueve casas de la colonia de Ofra construidas sobre tierras palestinas. "Netanyahu ha sido inteligente en elegir a Barak como coartada", escribía ayer Yoel Marcus en Haaretz, "pero será una torpeza para el laborismo servir de cortina de humo para oscurecer al mundo el mensaje del Gobierno de Bibi Netanyahu y Avigor Lieberman".