Rusia y EEUU preparan una nueva distensión. El presidente ruso, Dimitri Medvédev, y su homólogo estadounidense, Barack Obama, firmarán el próximo 1 de abril una declaración conjunta sobre la reducción de sus respectivos arsenales nucleares. Este texto marcará el inicio del camino hacia un pacto cuya importancia puede ser comparable a la del acuerdo de desarme entre el último líder de la Unión Soviética, Mijaíl Gorbachov, y el entonces presidente de EEUU, George Bush padre, y que supuso el fin de la guerra fría.

Medvédev y Obama se verán por primera vez las caras como jefes de Estado de sus respectivos países en Londres, un día antes de que arranque en la capital británica la cumbre del G-20. Según dijo ayer el consejero de Medvédev en política internacional, Serguei Projodko, los dos mandatarios ratificarán un documento que supondrá la puesta en marcha de "pasos prácticos para el inicio de negociaciones sobre reducción de armamento".

El nuevo tratado de reducción de armas nucleares debe sustituir al anterior START-1, firmado por Gorbachov y Bush padre en julio de 1991 tras 10 años de negociaciones. El documento fijó entonces la reducción del número de cabezas nucleares estadounidenses de 9.986 a 8.556, y de las soviéticas, de 10.237 a 6.449.

PRIORIDAD PARA AMBOS La firma del nuevo tratado es en principio una prioridad para ambas partes. El ministro de Exteriores ruso, Serguei Lavrov, y la secretaria de Estado de EEUU, Hillary Clinton, se comprometieron el pasado día 6 en Ginebra a tratar de tenerlo listo antes de fin de año. Claro que, apenas dos semanas después, Moscú anunciaba un plan de rearme a gran escala como respuesta a los proyectos de ampliación de la OTAN en su patio trasero. Palo y zanahoria a la nueva Administración estadounidense, que ha expresado su voluntad de "reiniciar" las relaciones, deterioradas en los últimos tiempos por los desencuentros del Kremlin con la Administración de George Bush.

Pese a esta táctica de ducha escocesa, Moscú parece tener claro que esta es una gran ocasión. Obama y Medvédev aprovecharán también la cita de Londres para firmar una segunda declaración que sirva para realzar las relaciones bilaterales.

GESTO HOSTIL La intención del anterior inquilino de la Casa Blanca de desplegar en Polonia y la República Checa un nuevo sistema de defensa antimisiles fue una afrenta a ojos del Kremlin. En el gesto más hostil desde el final de la guerra fría, Moscú decretó en el 2007 la suspensión del Tratado sobre las Fuerzas Convencionales en Europa (FCE), que limita la concentración de armamento. Y ha amenazado con desplegar misiles en el enclave de Kaliningrado. Pero de nada sirvieron las protestas rusas en tiempos de Bush.

El futuro del escudo antimisiles también estará sobre la mesa en Londres. "Los recientes debates en el Parlamento de la República Checa demuestran que ese tema sigue pendiente y que no se han agotado las soluciones alternativas", afirmó Prijodko. Medvédev defenderá ante Obama la iniciativa de su antecesor, Vladimir Putin, de crear un sistema conjunto de alerta de lanzamientos de misiles, en el que participaría la OTAN, para disminuir los temores sobre ataques de los estados proscritos, como Irán o Corea del Norte.

Por su parte, Obama intentará coordinar con el Kremlin sus políticas no solo ante Teherán y Pyongyang, sino también en el conflicto de Afganistán.

Medvédev desmintió ayer en una entrevista en la BBC que el Kremlin esté dispuesto a retirar su apoyo al plan nuclear iraní a cambio de que EEUU descarte desplegar el escudo nuclear.