Después de varios días de violencia que se han cobrado la vida de al menos 150 personas y que han devuelto a Irak la pesadilla de los enfrentamientos sectarios, la secretaria de Estado de EEUU, Hillary Clinton, visitó ayer Bagdad por sorpresa para reafirmar el compromiso de Washington con el país árabe en un momento en el que se prepara la retirada militar norteamericana. En un encuentro con algo más de un centenar de iraquís en la Embajada de EEUU en Bagdad, Clinton afirmó: "No hay nada más importante que un Irak unido". "Cuanto más unido esté Irak, más confianza habrá en las fuerzas de seguridad. Estos deben ganarse vuestra confianza, pero la gente tiene que exigirla", añadió Clinton.

Calma y compromiso eran los dos objetivos del viaje, en el que Clinton se reunió con el primer ministro iraquí, Nuri al Maliki, el comandante de las fuerzas estadounidenses en Irak, el general Ray Odierno, y un grupo de mujeres iraquís, además de celebrar esa sesión de preguntas y respuestas en la embajada.

La secretaria de Estado afirmó que los dos atentados de esta semana contra los chiís no significan que la violencia sectaria haya regresado, y culpó de los ataques a elementos aislados que rechazan el avance de Irak. "Los atentados suicidas son, en una forma desafortunadamente trágica, una señal de que los irredentos temen que Irak vaya en la dirección correcta", declaró Clinton antes de aterrizar en Bagdad. En cambio, el líder supremo de la revolución iraní, Alí Jamenei, responsabilizó a EEUU de la última ola de violencia.

TEMORES A LA RETIRADA Sin embargo, Clinton pudo comprobar hasta qué punto los iraquís temen que el repunte de la violencia (la peor racha en 10 meses) sea solo un avance de lo que puede suceder cuando Washington culmine el plan anunciado por Barack Obama de retirarse de Irak. La hoja de ruta prevé que en junio las tropas estadounidenses se retirarán de las principales ciudades (la seguridad pasará a depender de las fuerzas de seguridad iraquís), que el 31 de agosto del 2010 las misiones de combate finalizarán y el grueso del contingente de EEUU abandonará Irak (quedarán en Irak entre 35.000 y 50.000 tropas para misiones contraterroristas y de apoyo a las fuerzas iraquís), y que a finales del 2011 la retirada será total.

SUNÍS, CHIÍS Y KURDOS En este contexto, los diferentes actores de la política iraquí están moviendo sus piezas en preparación del Irak tras la ocupación. La insurgencia suní, enfrentada al Gobierno dominado por los chiís, anunciaron recientemente una campaña de violencia con la intención de minar al Ejecutivo. En el horizonte aparecen las legislativas de finales de año que prometen ser un campo de batalla no solo entre sunís y chiís, sino también con los kurdos y sus reclamaciones de territorios (ricos en petróleo) que solían ser kurdos pero que ahora son de mayoría árabe tras emigraciones forzadas por Sadam.

Para Washington, la violencia de estos últimos días no es una buena noticia. La Casa Blanca necesita soltar lastre en Irak para centrar sus esfuerzos en su principal objetivo bélico, que no es otro que Afganistán. De ahí que Clinton se haya apresurado a viajar para reafirmar que el amigo americano aún está en Irak.