Una sala ordenada con esmero y lujosamente amueblada, con una mesa donde se ofertan frutos secos a los invitados y flanqueada de sillas y sillones de estilo clásico tapizados de rojo, probablemente uno de los escasos rincones de la ciudad hasta donde el omnipresente polvo en suspensión de la atmósfera kabulí no logra abrirse paso. Otro edificio cercano, menos imponente y de una sola planta, empleado durante estos días como antesala por los reporteros que aguardan su turno para ser recibidos por su huésped, con un césped cuidado con mimo y con dos vehículos todoterreno blindados aparcados en el jardín.

Estos son los muy confortables dominios en la capital afgana de Abdulá Abdulá, exministro de Asuntos Exteriores, líder político que en sus discursos habla de "tolerancia cero contra la corrupción" y único opositor de entidad capaz de disputar la presidencia de Afganistán al hasta ahora gran favorito, el presidente saliente Hamid Karzai. Los primeros resultados dados a conocer ayer colocan en cabeza al jefe del Estado frente a su rival Abdulá Abdulá por un estrecho margen. Ayer, horas antes de que se conocieran los datos parciales del escrutinio, Abdulá Abdulá recibió a este enviado.

BUEN INGLÉS Acostumbrado, durante su etapa como jefe de la diplomacia afgana, a tratar con personalidades extranjeras, habla un inglés de gran corrección, por mucho que en ocasiones olvide pronunciar ciertas palabras indispensables que dan un sentido completo a la frase. Cuida al detalle sus modales y su apariencia física, luciendo un corte de barba impecable. Viste ropas occidentales, lleva un ostentoso reloj en su muñeca y desecha las ropas tradicionales que otros candidatos --incluso Karzai-- emplean en sus encuentros con los periodistas. Desgrana sus ideas políticas empleando un tono de voz ligeramente aflautado.

Aunque no se acuerde, le explico que le conocí hace ya muchos años, concretamente en Dushanbé, capital de Tayikistán, poco después de los atentados del 11-S en EEUU. Él era entonces responsable de Exteriores de la llamada Alianza del Norte, convertida, de la noche a la mañana, en la única esperanza de derrocar al régimen talibán, protector de la plana mayor de Al Qaeda. "¡Aquellos eran tiempos difíciles!", exclama, antes de apostillar: "Creo que volvemos a los tiempos difíciles". Pero no quiere detenerse demasiado en las presentaciones --su agenda es muy apretada-- y pide entrar en materia rápidamente. Parece alterado e incluso irritado.

"¿Quién ha ganado las elecciones?", pregunto sin más preámbulos, queriendo obligarle a pronunciarse tras una semana de confusión en la que ambos candidatos se han atribuido la victoria. "Por el momento no lo sabemos; le diré que, según los informes, en las regiones donde se han celebrado las elecciones con tranquilidad, voy en cabeza, pero al mismo tiempo se están desplegando grandes esfuerzos para materializar el fraude. Se está gestando un fraude masivo".

Es el "fraude electoral" lo que más obsesiona a Abdulá Abdulá. Durante la entrevista, vuelve una y otra vez sobre esta denuncia incluso cuando se abordan otros temas relacionados con las elecciones, como la baja movilización del electorado. El "robo" que se está "gestando" en Afganistán, viene a decir, es la expresión máxima de todos los males que padece su país.

PAPELETAS DUDOSAS Y siguiendo esta línea argumental, antes de aceptar responder a otras preguntas, muestra un enorme bloc de papeletas electorales --unas 80--, todas ellas con la casilla de Karzai marcada por un rotulador azul. "Alguien me acaba de traer esto de la provincia de Paktya; hay cientos de cuadernos como estos". "¿Tiene pruebas de que haya sucedido eso en otras provincias?" "Es solo un ejemplo; lo mismo ha pasado en Khost, en Zabul, en Kandahar, en Ghazni o en Helmand".

Tomo nota e intento abordar otros temas candentes, como los insistentes rumores que corren de un reparto de poder con Karzai, quien seguiría como presidente y que tendría a Abdulá Abdulá como su primer ministro. Con un gesto de desprecio, asegura: "No, son absolutamente falsos; no hay ninguna posibilidad de cooperación". Y de nuevo surge el fraude. "Si los resultados de estas elecciones se deciden mediante fraude, por supuesto que no lo voy a aceptar".

La gran incógnita es qué piensa hacer si al final es Karzai quien gana los comicios y Abdulá Abdulá no lo acepta. Sacar a la gente a la calle para presionar políticamente en un país sacudido por un grave conflicto armado puede incluso ser un acto de irresponsabilidad a los ojos de muchos. "A esto prefiero no responder. Le diré que antes de recurrir a ello, agotaré todos los medios legales a mi alcance", responde, consciente de la gravedad de la medida.