Su edad es motivo de controversia pero, sea cuál sea, nadie le quita haber sido uno de los presos más jóvenes de la base de Guantánamo.

Mohamad Jawad, nacido en Afganistán, asegura que tenía 12 años cuando fue detenido por las tropas estadounidenses en Kabul acusado de crímenes de guerra por lanzar una granada que hirió a dos soldados de Estados Unidos. El Pentágono, sin embargo, siempre ha mantenido que el joven tenía entre 16 y 17 años, a juzgar por el desarrollo de sus huesos, analizados a través de radiografías. Los servicios de información estadounidenses afirman que el chico fue captado por terroristas en una mezquita de Kabul para después recibir instrucción militar.

Tras siete años en la prisión que EEUU ubicó en Cuba al iniciar su cruzada contra el terrorismo islamista, el joven afgano ha sido liberado por una juez que entiende que no hay pruebas contra él. El lunes llegó a Kabul, listo para celebrar el Ramadán con su familia.

Lo que cuenta Jawad viene a abundar en las denuncias de vulneración sistemática de los derechos de los detenidos que pesan sobre la controvertida prisión, que el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, pretende cerrar en el 2010.

"Los comportamientos inhumanos no eran cosa de un día, una semana o un mes", explica ya desde su casa en Kabul. Relata torturas y todo tipo de humillaciones como, por ejemplo, la imposibilidad de dormir, el cambio constante de celda, el trato severo y la obligación de comer esposado de tal manera que debía arrodillarse y coger la comida directamente con la boca. Comida, por otra parte, siempre insuficiente, según su relato. "Ellos sabían que era menor de edad", insiste el joven que, con apenas 20 años, presenta un aspecto de estar muy cansado.

La jueza federal Ellen Huvelle sentenció el 30 de julio que la detención del adolescente afgano fue "ilegal" en tanto que "faltan pruebas" que le incriminen. Una decisión aplaudida por su abogado, Jonathan Hafezt: "Aunque no podrá recuperar los siete años que estuvo detenido ilegalmente y fue torturado, ahora puede volver a su país con su familia y sus amigos y comenzar a restablecer una vida normal". Para la organización militar de EEUU Familias Militares Unidas, la liberación es "el último ejemplo de decisiones equivocadas".