Jamás las relaciones entre el Vaticano y el Gobierno italiano habían alcanzado, desde antes de la dictadura de Benito Mussolini, un nivel de conflicto como el que se respira en estos días. Las duras críticas de las esferas católicas a la vida privada de Silvio Berlusconi han encendido la mecha de la tensión entre la curia y el Ejecutivo de Il Cavaliere.

"Como siciliano, diría que se trata de una advertencia mafiosa", ha comentado monseñor Domenico Mogavero, responsable de los obispos para temas jurídicos. La advertencia fue lanzada por Il Giornale, diario de la familia Berlusconi, en forma de ofensiva mediática contra Dino Boffo, el director de Avvenire, diario de los obispos italianos. Le acusó de haber pactado años atrás una condena por supuesto acoso telefónico a la esposa de un compañero sexual. El Vaticano anuló de inmediato una cena de su secretario de Estado, el cardenal Tarsicio Bertone, con Berlusconi y los obispos salieron en defensa de su director.

A la polémica ayer se añadió un análisis del documento empleado por Il Giornale para acusar a Boffo. No es un documento oficial como dijo el diario, sino que contiene incongruencias, por lo que parece una intoxicación. "El moralista no puede moralizar", había escrito, en resumen, Il Giornale refiriéndose a Boffo, culpable de haber criticado la conducta privada de Berlusconi, después de recibir cientos de cartas indignadas de católicos de a pie.

Los bomberos de ambos lados del río Tíber intentan ahora apagar los fuegos: en el horizonte están por debatir leyes como las del testamento biológico, ayudas a las familias y financiación de escuelas privadas. No será un proceso sin lamentos de los obispos, que deben responder a los católicos de base, que son o eran votantes de Berlusconi.

Mientras, la iniciativa en defensa de la libertad de prensa lanzada por varios juristas tras la denuncia de Berlusconi contra La Reppublica ha recogido más de 140.000 firmas.