En el amplio catálogo de refugios de Al Qaeda en el mundo islámico, el atentado frustrado en el avión de Detroit ha hecho que se subraye en rojo un nuevo escenario: Yemen. El terrorista Umar Faruk Abdul Mutalab confesó que fue en este país donde se entrenó para atentar. Y dejó una frase inquietante: "En Yemen hay otros como yo".

Y no son palabras vanas. Desde hace un año, EEUU ha reforzado su cooperación militar con el Gobiero de Saná para frenar el ascenso en varias regiones del Yemen de Al Qaeda en la Península Arábiga (AQPA), que cuenta con unos 2.000 hombres. Como señala Gregory Johnsen, experto en ese país, "en menos de cuatro años, Al Qaeda en Yemen se ha transformado de grupo fragmentado y fracturado a una organización consolidada capaz de lanzar ataques fuera".

Una fecha es clave: febrero del 2006. Entonces se fugaron de una cárcel yemení 23 terroristas islámicos, cuyo grupo entonces se llamaba Yihad Islámica en Yemen. Uno de ellos era Nasir al Wahayshi, exsecretario personal de Osama Bin Laden, y que tras su fuga reconstruyó la rama yemení de Al Qaeda.

"Al Qaeda ve las provincias de Marib, Al Jawf y Shabwa como zonas de su influencia pues allí el Gobierno apenas tiene poder", dice Johnsen. En estos territorios, los terroristas entrenan a jóvenes de todo el mundo y dan refugio a extremistas huidos de la represión del Gobierno saudí. Y utilizan sus bases en Yemen para introducir armas y planear ataques en Arabia Saudí.