No se presentan como los comicios que iban a ser ni las cosas están tan claras como parecían estar. Unos 30 millones de polacos están llamados hoy a las urnas para elegir a un nuevo presidente en unas elecciones que debían celebrarse el próximo otoño y que fueron adelantadas tras la trágica muerte del presidente Lech Kaczynski y otras 95 personas en un accidente aéreo, el pasado 10 de abril.

Aunque el favorito en las encuestas continúa siendo el liberal Bronislaw Komorowski, la candidatura del hermano del presidente fallecido y exprimer ministro, Jaroslaw Kaczynski, ha dado alas a los conservadores en una campaña fuertemente marcada por la conmoción después del accidente aéreo y las inundaciones que castigan al país desde mediados del mes de mayo.

El discurso ultra y nacionalista de Kaczynski no le dará la presidencia en las elecciones de hoy aunque podría forzar una segunda vuelta eelctoral, que tendría lugar el próximo 4 de julio. Los sondeos anteriores al accidente daban por segura una aplastante victoria de Komorowski.

REFORMAS PENDIENTES Su partido, Plataforma Cívica, gobierna actualmente el país bajo el liderazgo del primer ministro, Donald Tusk. Esta formación esperaba las elecciones presidenciales como un mero trámite para poder ocupar finalmente las jefaturas del Estado y el Gobierno y poder llevar a cabo de esta forma las reformas liberales que el presidente ultraconservador bloquea con el derecho a veto que le proporciona la Constitución.

La Polonia liberal estaba a las puertas. Las últimas encuestas continúan registrando una ventaja por parte de Komorowski, al que auguran que conseguirá hacerse con más del 40% de los votos. Solo el diario más prestigioso del país, Gazeta Wyborcza, le otorga el 50% de los votos necesario para proclamarse presidente esta misma noche.

Una segunda vuelta con la participación de tan solo dos candidatos --el resto de aspirantes suman en conjunto el 8% de los votos-- complicaría mucho las cosas a los liberales.