Las querellas judiciales entre la heredera de l´Oreal, Liliane Bettencourt, de 87 años, y su hija Françoise --que acusa al fotógrafo François-Marie Banier, de 63, de abusar de la generosidad de su madre-- han acabado salpicando al ministro de Trabajo francés, Eric Woerth.

Después de que unas conversaciones grabadas por el mayordomo de Bettencourt hayan revelado una supuesta evasión fiscal de la multimillonaria y de conocerse que la esposa del ministro trabajaba para la empresa que gestiona los activos de l´Oreal, el hasta hace poco titular de Presupuesto ha sido acusado de conflicto de intereses. Pese a la dimisión de Florence Woerth de su empleo, el ministro sigue en el centro de una tormenta política que va en aumento.

El propio presidente, Nicolas Sarkozy, salió ayer en defensa de este miembro clave del Ejecutivo. Desde Toronto, donde participa en la cumbre del G-20, Sarkozy reiteró su confianza "completa" en el ministro en el que ha confiado ajustes económicos tan delicados como la reforma de las pensiones.

Aunque no se ha podido demostrar ilegalidad alguna, en los últimos días la prensa francesa ha acusado a Woerth de actuaciones cuestionables desde el punto de vista estético. Por ejemplo, que entregara una medalla al propietario de la empresa para la que trabajaba su esposa cuando era titular de Presupuesto, o que no ordenara investigar la fiscalidad de Bettencourt pese a que, en el contexto de la investigación judicial, se conocía la existencia de una cuenta en Suiza con 85 millones de euros.

Su sucesor en el ministerio, François Baroin, anunció ayer que el Gobierno investigará la fortuna de la heredera. Según el diario Le Parisien, la multimillonaria posee una isla en las Seychelles llamada Arros que forma parte del patrimonio no declarado. Un montaje jurídico habría convertido al controvertido fotógrafo --al que Liliane Bettencourt ya ha regalado bienes valorados en 1.000 millones de euros-- en beneficiario de la isla.

LOS LINGOTES DE ORO La publicación Journal du Dimanche abría ayer un nuevo frente al implicar a Woerth en un supuesto trato de favor al propietario de la firma automovilística Peugeot, al que habría rebajado el valor de un robo de lingotes de oro para evitar una investigación fiscal. El ministro defendió su "honestidad" y negó que hubiera incompatibilidad alguna entre su cargo y el de tesorero del partido de Sarkozy. "No hay ningún problema moral, soy un objetivo político" afirmó, y acusó a la oposición, que ha pedido su dimisión, de atacarle para torpedear una de las reformas más emblemáticas del Gobierno.