Una semana antes de iniciarse en el Parlamento el debate sobre la prohibición del burka y el niqab en la vía pública, el primer ministro francés, François Fillon, envió ayer a la comunidad musulmana un doble mensaje de conciliación y firmeza. Tras inaugurar una gran mezquita --gesto inédito en la quinta República-- el jefe del Ejecutivo reclamó un islam que rechace el integrismo y el "oscurantismo" que representa el velo integral.

Fillon se descalzó para entrar en la mezquita Al Ihsan de Argenteuil, ciudad de la periferia de París donde residen 28.000 musulmanes. Por primera vez, un primer ministro del Estado laico presidía el acto de apertura de un templo musulmán y lo hizo para reclamar un "islam de paz y diálogo" que vive su fe dentro del respeto a "los principios de la República".

MANO TENDIDA A las puertas del debate parlamentario sobre la ley para prohibir el burka en el espacio público, Fillon tendió la mano a los musulmanes y al mismo tiempo salió al paso de las críticas de la algunos dirigentes de la comunidad --presentes en el acto-- al Gobierno. Estos dirigentes han criticado la prohibición del velo integral por considerar que no hace más que "estigmatizar" al islam.

"Hoy las personas de confesión musulmana y sus lugares de culto son objeto demasiado a menudo de discriminaciones y agresiones que no podemos tolerar", sostuvo el primer ministro para añadir que el Gobierno se mostrará "intratable" contra estos actos. De los 1.026 actos racistas denunciados en el 2009, 314 se cometieron en perjuicio de personas, templos, cementerios o centros musulmanes.

Al mismo tiempo, Fillon consideró que el principal "enemigo de la cohesión nacional" era el repliegue de los ciudadanos en "clanes" y en comunidades religiosas o étnicas. En este contexto, advirtió del peligro que representa el "integrismo religioso".

La visita de Fillon a la mezquita fue criticada por los socialistas, que la tacharon de "operación demagógica de comunicación" y de nueva versión del debate sobre la identidad.