Ala tercera fue la vencida, pero la victoria de ayer sabe a derrota en las filas de la cancillera Angela Merkel. Hasta tres veces tuvo que votar la Asamblea Federal alemana para elegir al conservador Christian Wulff nuevo presidente del país. Incapaz de lograr la mayoría absoluta --fijada en 623 votos-- en las dos primeras vueltas, el barón regional de la Unión Cristianodemócrata (CDU) tuvo que conformarse con ganar sin el apoyo de una veintena de sus compañeros de partido. A pesar de todo, la disciplina de voto funcionó in extremis y, con 625 votos, Wulff evitó tener que cargar con la cruz de ser elegido por la mayoría simple que le bastaba en la tercera votación.

Los pasillos del Bundestag fueron un hervidero desde el mediodía. Los 1244 miembros de la Asamblea Federal --compuesta por los diputados del Bundestag, representantes de los estados federados y personajes de todos los ámbitos sociales invitados por los partidos-- sabían que lo de ayer era mucho más que la elección del nuevo presidente. Lo de ayer era el pulso de los partidos del Gobierno contra una oposición engrandecida por la permanente crisis de imagen del Ejecutivo de Merkel y era, sobre todo, la prueba de fuego de la unidad de la coalición.

LEJOS DEL APROBADO El hecho de que los 644 votos --21 más de los necesarios para la mayoría absoluta-- que ostentan conservadores y liberales en la Asamblea Federal solo sirvieran para una victoria a la tercera deja a la cancillera y los suyos lejos del aprobado. Lo ocurrido ayer revela que las divisiones internas de la coalición dirigida por Merkel van más allá de lo sospechado.

Al menos 44 miembros de la CDU, la Unión Socialcristiana (CSU) o el Partido Liberal (FDP) se negaron a votar a Wulff en la primera vuelta. "Cada uno de ustedes sabe que lo que hay en juego es más que la elección del próximo presidente", dijo Merkel. Su rostro permaneció impasible cuando el presidente del Bundestag leyó los resultados de la segunda vuelta, su segunda derrota del día.

Poco después, las imágenes de su charla con el vicencanciller y líder de los liberales, Guido Westerwelle, mostraban tensión entre ambos y una búsqueda desesperada de estrategia. Los medios hablaban del principio del fin de la coalición. La tercera votación le permite salvar la cara.

A Merkel le ha fallado la estrategia. Concentrada en mantener la unidad de su partido tras la inesperada dimisión a principios de junio del anterior presidente, Horst Köhler, la cancillera aceptó la autonominación de Christian Wulff y dejó pasar la oportunidad que le brindaron el Partido Socialdemócrata (SPD) y Verdes para presentar un candidato de unidad, Joachim Gauck. El perfil de este teólogo de 70 años, conocido por su lucha por los derechos civiles en la RDA, se acerca más al del Gobierno que al de la oposición y despertaba, por tanto, muchas simpatías entre las filas conservadoras y liberales.

SALVADA POR LA IZQUIERDA Solo la insistencia de Die Linke (La Izquierda) en aportar un candidato propio ha salvado a Merkel de la debacle. En la tercera vuelta, Die Linke retiró a su candidata, pero la mayoría de sus miembros optó por la abstención. La elección del nuevo presidente alemán dejó ayer patente que lo único que supera la falta de unidad del Gobierno es la misma división en la oposición.