El puente sobre el Ingur es mucho más que el paso sobre un río. Sus 870 metros de longitud cubiertos de barricadas y bloques de hormigón dan paso a un Estado no reconocido por la comunidad internacional: Abjasia. A un lado del río vigilan los soldados georgianos. Al otro, están los soldados rusos para evitar que el Ejército de Georgia intente recuperar su antigua provincia.

Como Abjasia, a lo largo de la geografía exsoviética se extienden otros países que formalmente no existen: Osetia del Sur, desgajada de Georgia en el 2008; Nagorno Karabaj, independizado de Azerbaiyán en 1994; y Transnistria, separada de Moldavia desde 1992. Son estados de facto: a pesar de que la mayoría de miembros de la ONU no admite su soberanía, funcionan como estados independientes.

A nadie se le escapa que el reconocimiento de la independencia de Abjasia por parte de Rusia tras la breve guerra con Georgia de agosto del 2008 tuvo mucho de venganza por la aprobación occidental de la de Kosovo a expensas de Serbia, tradicional aliado de Moscú en los Balcanes. Ahora, el dictamen del Tribunal Internacional de Justicia (TIJ) avalando la independencia de Kosovo ha sido bien recibido por el Gobierno de Sujumi. "Refuerza el derecho de Abjasia y Osetia del Sur a la autodeterminación", asegura Nadir Bitiev, asesor presidencial abjasio. La decisión sobre Kosovo ha creado un enorme precedente, dando alas a los gobiernos separatistas.