La comunidad internacional y la ONU tienen que "trabajar sinceramente para una solución de paz justa y definitiva en Oriente Próximo", adoptando "las medidas jurídicas necesarias para poner fin a la ocupación de los diferentes territorios árabes". En este sentido, "la Biblia no se puede transformar en instrumento que justifique injusticias".

Así rezan dos párrafos del mensaje final del primer sínodo vaticano sobre Oriente Próximo, que es como una gran asamblea de todos los patriarcas, obispos, cardenales y líderes de las distintas iglesias católicas que viven en los países que van desde el Líbano e Israel hasta Irak. En el documento se aboga también por que los sacerdotes ortodoxos (católicos) que viven en Occidente puedan casarse, igual que sus colegas de Oriente.

Durante dos semanas, casi 200 de los mayores líderes católicos, pertenecientes a varias iglesias surgidas a lo largo de los siglos, se han reunido en Roma "para reflexionar sobre el presente y el futuro de los cristianos y de los pueblos de Oriente Medio". Al final presentaron 44 propuestas concretas que habitualmente los papas transforman en líneas de conducta para los católicos de aquellos países. Al parecer, el texto final habría sido más duro sobre la ocupación israelí de los territorios palestinos, sirios y jordanos si el Vaticano no hubiese frenado un poco los ánimos.

El documento enumera "la falta de libertad de movimiento, el muro de separación, las barreras militares, los prisioneros políticos, la demolición de las casas, la perturbación de la vida económica y social y los millares de refugiados". El sínodo no acepta el recurso bíblico de la tierra prometida "para justificar injusticias que no son aceptables". Preguntado sobre este párrafo en rueda de prensa, el arzobispo Cyrille Salim Bustros subrayó: "El concepto de la tierra prometida no puede ser usado como justificación del retorno del pueblo judío a Israel y el destierro de los palestinos. La justificación de la ocupación no puede basarse en las escrituras sagradas".