Silvio Berlusconi y su Gobierno se encuentran acechados por todos los protagonistas que hasta ayer habían constituido su póliza de vida, tras los desastrosos resultados de los cuatro referendos del pasado fin de semana, que evidenciaron un 95% de electores contra sus leyes. Ahora el jefe del Gobierno está obligado a realizar una pirueta inesperada o a aceptar un largo ocaso que con toda probabilidad terminará antes del fin de la legislatura en el 2013.

Un total de 23 millones de votantes sobre 25 millones decidieron este domingo y lunes que Berlusconi y sus ministros no pueden gozar de privilegios si están bajo proceso judicial, que Italia renuncia a las centrales atómicas y que la gestión del agua no debe ser privatizada.

"Hay que tomar decisiones impopulares", advirtió ayer Roberto Maroni, ministro de Interior por la Liga Norte, socio indispensable para la mayoría de gobierno, después que otro ministro del mismo partido dijera que los resultados de los referendos han sido una "bofetada". "Bofetadas para todos", escribió precisamente ayer el diario de los obispos italianos, Avvenire, añadiendo que "la mayor dosis ha tocado indudablemente al Gobierno".

LOS CATÓLICOS La alta participación en el voto de los referendos "se debe especialmente a la presencia social de los católicos", añadió ayer miércoles la Radio Vaticana. Por otra parte, los primeros análisis del voto permiten constatar que por lo menos un 40% de los electores conservadores votaron contra el Gobierno.

La Liga Norte decidirá su posición respecto al gabinete de Berlusconi el próximo domingo, en la fiesta anual del partido en la localidad de Pontida. Sin embargo, la decisión política la tomará el día 22, cuando el Parlamento debata la confianza a los nuevos seis viceministros, tránsfugas de otros partidos, que Berlusconi ha incorporado a su Ejecutivo.

"La legislatura está en manos de Giulio Tremonti", ministro de Economía y Hacienda, manifestó ayer Osvaldo Napoli, subjefe de los diputados conservadores, en referencia a la posible pirueta salvadora que podría realizar Berlusconi. Tremonti está elaborando una reforma fiscal global, que en principio favorecería a las clases más bajas, gracias a la reducción del IRPF y a la división de la base imponible entre todos los miembros de las familias.