Cuando la exgobernadora de Alaska Sarah Palin se echó a la carretera a finales del pasado mes de mayo para recorrer la costa este, algunos comentaristas políticos pensaron que aprovecharía el revuelo mediático para anunciar su candidatura a las primarias republicanas. Pero Palin sigue amagando su futuro. Los activistas del Tea Party la adoran, pero la mayoría de estadounidenses considera que no está preparada para dirigir el país.

A Palin le va muy bien desde que dimitió como gobernadora. Sus autobiografías se venden como churros y la cadena de televisión Fox le paga una fortuna por ejercer de comentarista, razones suficientes para repensarse su regreso.