Las diferencias en el seno de la zona euro sobre la mejor manera para abordar la complicada situación de la economía griega han llevado a la Comisión Europea a retrasar la fecha prevista para alcanzar un acuerdo hasta el 11 de julio. La zona euro se había comprometido a adoptar un acuerdo el 20 de junio, pero la división existente ha llevado a la Comisión Europea a cambiar de estrategia y adoptar un calendario en dos fases: resolver primero las necesidades más inmediatas de financiación y dejar para el 11 de julio la adopción del plan global de ayuda. El quinto tramo de ayuda a Grecia alcanzará los 12.000 millones de euros, aunque otras fuentes elevan esta cantidad hasta los 18.000 millones. El objetivo es que las divisiones en el seno de la zona euro no obstaculicen la entrega de esta ayuda a comienzos de julio, de manera que el Gobierno heleno pueda hacer frente a sus compromisos de pago más urgentes de julio y agosto, sin caer en la bancarrota. La resolución de las necesidades de financiación más acuciantes comprará algo de tiempo para que los líderes continúen discutiendo el punto que crea mayores desencuentros: la contribución del sector privado al segundo rescate de Grecia. "Hago un llamamiento a todos los líderes de la UE, y más particularmente a los ministros de Finanzas de la zona del euro, para que el próximo domingo superen las diferencias existentes y lleguen a un acuerdo responsable en esta coyuntura crítica", urgió el comisario europeo de Asuntos Económicos y Monetarios, Olli Rehn. Horas antes, el presidente de Francia, Nicolas Sarkozy, reclamó "responsabilidad" y "sentido del compromiso" en el debate sobre Grecia, por considerar que no se puede debilitar el euro, una fuente de estabilidad que es necesario preservar. Lo que aún no está claro es si el Fondo Monetario Internacional (FMI) aceptará desbloquear la parte que le corresponde del siguiente desembolso (unos 3.300 millones de euros), pues hasta ahora había exigido a los europeos un compromiso para asegurar la financiación a Grecia durante un año (hasta junio de 2012) como condición para hacerlo. Hasta la dimisión de Dominique Strauss-Kahn como director gerente del Fondo, en mayo pasado, esta entidad aceptaba un compromiso político de los países del euro para desbloquear la ayuda, pero la cosa se complicó tras la caída del francés al frente de la institución, que comenzó a exigir más garantías. El comunicado del comisario Rehn permite vislumbrar que la Comisión confía en convencer a la institución con sede en Washington de que desembolse la ayuda "para evitar cualquier situación difícil". El FMI condiciona su continuidad en el programa de asistencia griego a que el país adopte las medidas acordadas con el Banco Central Europeo y la CE. En la Eurozona, el punto de mayor desencuentro es la contribución privada en el segundo rescate, entre una Alemania partidaria de que los inversores paguen parte de la factura y el BCE, que teme las consecuencias que este extremo podría provocar en toda la zona euro, tanto en el sistema bancario como en los países de la periferia de la región. Alemania -apoyada por Holanda y Finlandia- defiende que le sería muy difícil aprobar ayudas adicionales para Grecia en su Parlamento si el rescate no integra al sector privado; mientras que el BCE Europeo ha amenazado con dejar de aceptar bonos griegos como garantía en sus operaciones de refinanciación en caso de que se produzca un impago.