Cuentan en el Partido Socialista que la candidatura de Segolène Royal a las primarias del 2006, que ganó frente a Strauss-Kahn y Laurent Fabius, fue en buena parte una reacción de despecho y de desafío ante la inminente ruptura de su matrimonio. Su esposo era entonces François Hollande, primer secretario del partido y, como tal, candidata natural de la formación.

La relación de Hollande con la periodista de Paris Match Valerie Trierweiler, su actual compañera, empezaba a ser un secreto a voces. La decisión de Royal de optar a las primarias frustró las aspiraciones del jefe del partido, que optó por despejar el camino a su esposa y madre de sus 4 hijos para evitar la embarazosa situación de enfrentarse a su propia mujer, favorita en todos los sondeos.

El matrimonio salvó las apariencias hasta que finalizaron las elecciones presidenciales del 2007. Tras su derrota ante Sarkozy, Royal vio cómo buena parte de los barones que decidieron apoyarla, entre ellos fieles colaboradores de su marido, como el portavoz del PS, Julien Dray, iban abandonando el barco.

Pese a ello, y a su descenso en los sondeos de opinión, Royal vuelve a presentarse. Esta vez como ex oficial de Hollande. Aunque evita el exhibicionismo, el exprimer secretario habla de Trierweiler como la mujer de su vida, que compagina su trabajo de redactora con la presentación de un espacio de entrevistas políticas en televisión. Esta vez, la guerra de las ex tendrá lugar.