El presidente estadounidense, el demócrata Barack Obama, y el presidente de la Cámara de Representantes, el republicano John Boehner, disputan este sábado un esperado partido de golf, en el que tendrán la oportunidad de limar asperezas. El partido, bautizado por los medios de comunicación estadounidenses como la cumbre del golf, comenzó pasadas las nueve y media de la mañana, hora local, en el campo de la base aérea Andrews, a veinte minutos de la capital. El lugar se mantuvo en secreto hasta este sábado, en que la Casa Blanca ha desvelado al grupo de periodistas que acompañan al presidente dónde se celebraría el duelo deportivo. El resultado, una incógnita La Casa Blanca se ha mantenido cauta y no ha confirmado si divulgará el resultado, aunque un funcionario ha indicado que tratarán de informar sobre el desarrollo del partido. El portavoz de la residencia presidencial, Jay Carney, ha sido cuestionado durante toda la semana por este encuentro, que según dijo "tiene un valor que va más allá de un mero partido", ya que tendrán oportunidad de tratar de resolver sus diferencias. Como todo buen duelo a la antigua usanza, Obama se presentó acompañado del vicepresidente, Joe Biden, mientras que Boehner eligió como padrino al gobernador de Ohio, John Kasich. Boehner, miembro de dos club de golf, tiene un handicap de entre 5 y 8, según la revista Golf Digest, mientras que el de Obama se sitúa entre el 16 y el 24. Según el West Wing Report, Biden, que tiene un handicap de 6,3, ha estado practicando esta semana en secreto y ha hecho dos visitas nocturnas a un campo de golf en Washington. Sobre el césped, podrán tratar de temas como el recorte del déficit presupuestario, la intervención militar en Libia o el sistema de salud, o puede que, según el resultado, tengan otro motivo para estar en desacuerdo. Esta semana, la Cámara de Representantes y la Casa Blanca han vivido un enfrentamiento público acerca de la intervención en Libia, de la que se cumplirán noventa días el domingo. Boehner reclamó el martes en una carta a Obama que antes de ese día procurara la aprobación del Congreso a esas operaciones o retirara las tropas, pues de otro modo el presidente violaría la ley de poderes de guerra. Esa ley, de 1973, prevé que el presidente estadounidense deba obtener el consentimiento del Congreso para las intervenciones militar en el exterior superior a los sesenta días, prorrogables a noventa. La Casa Blanca ha respondido con un documento de 30 páginas en el que explica que las fuerzas estadounidenses no se enfrentan a "hostilidades" en Libia, dado que su papel dentro de la misión de la OTAN es simplemente de apoyo, por lo que no se debe aplicar la ley de poderes de guerra.