La guerra más larga y costosa de la historia de EEUU empieza a acabar. El presidente, Barack Obama, ha tomado una decisión sobre fechas y calendario del inicio del repliegue de las tropas en Afganistán, y la anunciará en un discurso desde la Casa Blanca a las ocho de la noche (las 2.00 de la madrugada en España).

Con unos 100.000 soldados desplegados en Afganistán, Obama centrará los planes en el repliegue de 30.000 tropas que aprobó enviar en diciembre del 2009 para reforzar la misión. Y solo cuando dé los detalles sobre su plan se entenderá si ha oído a los mandos militares sobre el terreno que, como el secretario de Defensa, Robert Gates, apuestan por una retirada inicial modesta que permita dos campañas más en temporada cálida (cuando los talibanes intensifican sus ataques). También puede haber considerado más apropiada la propuesta de asesores civiles, como su vicepresidente, Joe Biden, que defienden retirar en un periodo de un año los 30.000 soldados.

Una tercera opción que ha barajado Obama, según informaba ayer The New York Times, es dar solo una fecha del 2012 como meta para la retirada de los 30.000 efectivos, pero dejar en manos de los mandos militares sobre el terreno el resto de decisiones operativas sobre futuros repliegues, como hizo en Irak.

EL DOBLE DE MILITARES De cualquier forma, Obama seguiría con unos 68.000 soldados desplegados en Afganistán en el año 2013 (si es reelegido presidente). La cifra es casi el doble que cuando él entró en la Casa Blanca, y Obama deberá tratar de explicar a los ciudadanos las razones y las justificaciones para mantener tal despliegue militar.

El abanico de posibilidades de Obama refleja una variedad de opiniones en EEUU. Y es que, mientras que en el estamento militar predomina la idea de que hay que ralentizar el repliegue para intentar no perder terreno ganado en la lucha contra la insurgencia, en el político hay más voces que creen que, con avances como la muerte de Osama bin Laden o los supuestos logros tanto en Afganistán como en Pakistán, se reducen algunas de las amenazas que obligaban a la fuerte presencia militar.

Lo seguro es que el conflicto afgano, ya en su décimo año, entra en una nueva fase para EEUU, aunque la Casa Blanca intenta marcar el anuncio no como un punto de inflexión, sino como un paso más de una estrategia. Y entra en esa fase justo cuando Washington ha reconocido oficial y públicamente por primera vez que ha iniciado conversaciones con representantes de los talibanes, aunque ese diálogo, que arrancó con una serie de reuniones esta primavera en Catar y Alemania, parece haber entrado en punto muerto.

El anuncio de Obama llega también cuando en EEUU crecen las presiones para poner fin al conflicto, aunque ayer el secretario de prensa de la Casa Blanca, Jay Carney, negó que el elevado coste de la contienda (112.000 millones de dólares solo este año) haya sido un factor que haya influido en el presidente.

El repliegue de los refuerzos, de cualquier forma, no representa el fin de la intervención. "Sea cual sea la decisión que tome Obama, un número significativo de tropas se quedará en Afganistán", recordó el domingo el secretario de Defensa, Robert Gates, que este verano tiene previsto abandonar el cargo.