Ai Weiwei durmió ayer en su casa de Pekín después de tres meses. El célebre artista chino y conspicuo disidente fue liberado anoche, según la agencia de noticias Xinhua. Ai, quien había sido acusado de delitos económicos, está en libertad bajo fianza después de haber confesado y en atención a sus problemas crónicos de salud, sostiene la nota.

El artista, de 53 años, sufre de diabetes y de hipertensión. La comunidad internacional presionaba a Pekín desde que fuera detenido el 3 de abril en el aeropuerto de la capital cuando se dirigía a Hong Kong. El Parlamento Europeo aplaudió la liberación y calificó la detención de "injustificada e inaceptable". Amnistía Internacional (AI), por su parte, exigió que se garantice su libertad "completa".

La nota de Xinhua aclara en sus tres párrafos que la policía descubrió que Beijing Fake Cultural Development, una compañía controlada por el artista, "ha destruido de forma intencionada documentos de contabilidad" y añade que Ai "ha confesado sus delitos" y prometido "repetidamente que está dispuesto a pagar los impuestos evadidos a las autoridades fiscales chinas".

Ai fue fugazmente visto anoche en la entrada de su vivienda pequinesa, donde le esperaba la prensa occidental. "Estoy bien. Estoy de vuelta en casa. Y soy libre. Pero no puedo hablar. Por favor, entiéndanlo", se limitó a manifestar el célebre artista. Su esposa, Lu Qing, subrayó solo que estaba "más delgado".

UNA EXCEPCIÓN Ai Weiwei, el artista chino más famoso, fue durante años una excepción. El barbudo activista era el único que criticaba impunemente al Gobierno. Influyó seguramente que su padre fuera Ai Qing, un célebre poeta maoísta. Repetía Ai a la prensa que denunciaba porque algún día dejarían de permitírselo. Pekín ya había dado síntomas de que su paciencia se agotaba, cosa que quedó demostrada con su detención.

Su activismo le costó el pasado año la demolición de su estudio de Shanghái y una agresión policial en el 2009 que se saldó con una fractura craneal. Ai intentaba entonces acudir al juicio de Tan Zuoren, un disidente con el que comparte las denuncias por los niños que murieron en el terremoto de Sichuan.

Ai, que fue detenido sin que mediara orden judicial, ha pasado los últimos tres meses en una vivienda en algún lugar secreto de los suburbios de Pekín. Aún no se han presentado oficialmente cargos contra él ni se ha anunciado el juicio.