Es cierto que la ministra de Defensa, Carme Chacón, nunca dijo claramente que tras la transferencia de Herat a las autoridades afganas, los 400 militares españoles que allí están destinados regresarían a casa. Pero se insinuaba o se dejaba entender cuando en sus últimas intervenciones públicas, por ejemplo en la Pascua Militar del 6 de enero, dijo que el "proceso de transferencia podría comenzar este mismo año en las zonas de responsabilidad española". Muchos quisieron ver que este sería el año del inicio de la vuelta a casa. Un regreso lento y progresivo. Pero regreso y a casa. Por eso sorprendió el miércoles que la ministra Chacón concretara por primera vez que no, que los que salgan de Herat no retornan, sino que se quedan en el país asiático a reforzar la difícil misión que los combatientes españoles mantienen diariamente en la provincia de Bagdis.

En el Ministerio de Defensa insistieron durante todo el día de ayer que esa recolocación del contingente no implicaba un cambio en el calendario ni tampoco una modificación de la estrategia española en Afganistán. Se defina como se defina, lo cierto es que hasta el miércoles el destino de esos 400 militares era incierto. Y ahora ya se sabe que seguirán en Afganistán.

¿Por qué? Defensa insistió también en que no habían influido en nada las palabras, horas después del anuncio de Chacón, del presidente de Estados Unidos, Barack Obama. Pero a nadie se le escapa tampoco que ese repliegue norteamericano afectará también a la región de Bagdis, bajo tutela española, y en un momento especialmente delicado. Y, para muestra, el atentado del sábado pasado con cuatro heridos graves al estallar una bomba de 20 kilos al paso de un convoy militar.

CUBRIR BAJAS DE EEUU En Bagdis, especialmente en los puestos avanzados, los militares españoles trabajan mano a mano con los estadounidenses. Y allí los talibanes e insurgentes, lejos de replegarse, mantienen su ofensiva contra las tropas extranjeras. A pesar de las dificultades, Chacón se mantiene firme en su compromiso con la OTAN y con las autoridades afganas de mantenerse en Bagdis hasta el primer semestre del 2012, fechas en las que está previsto que se inicie el traspaso a los poderes locales.

Salir antes tras el anuncio de Obama podría interpretarse como una traición a un proyecto de modernización de la región y de formación de la policía y del Ejército afgano que a España le cuesta más de un millón de euros al día, además de la vida de noventa y un militares y dos guardias civiles.