En la calle Ramban, en el barrio de Rechavya de Jerusalén, llama la atención una tienda de campaña de plástico blanco llena de carteles y fotografías de un joven. Es el sargento mayor Gilad Shalit, de 24 años, capturado por tres grupos palestinos, entre los cuales figura Hamás, el 25 de junio de 2006, en el linde de la franja de Gaza con Israel. El Ejército asegura que Hamás entró en territorio israelí, pero otras fuentes apuntan que fue Shalit el que penetró por error en Gaza.

Junto a la tienda, que alberga una silla vacía "reservada para Gilad", unos voluntarios recogen firmas para pedir al Gobierno de Israel que resuelva la situación del joven militar, que también tiene nacionalidad francesa. Los voluntarios distribuyen cintas amarillas en recuerdo del soldado y venden camisetas con el lema "Gilad aún sigue vivo". Los voluntarios ya han conseguido casi 300.000 adhesiones a través de la red social Facebook.

Lucha diaria

Los padres de Gilad, Noam y Aviva, decidieron trasladarse a vivir a la tienda hace un año. "Dejaron de trabajar para dedicarse a luchar por la liberación de su hijo y están aquí cada día", explica Yaara, la novia de Yoel Shalit, hermano de Gilad. La tienda está delante del edificio Beit Aghion, la casa del primer ministro, Benjamin Netanyahu. Allí llegaron tras recorrer el país a pie desde su hogar, en Mitzpe Hila, en el norte de Israel, acompañados por 15.000 compatriotas. La pequeña carpa está coronada por una cifra que varía a diario. Ayer el número era 1.826, justo los días que Gilad lleva cautivo.

En cinco años, la familia Shalit no ha tenido prácticamente noticias de su hijo. La última prueba de vida fue un vídeo grabado en septiembre del 2009. En la cinta se veía a Gilad con aspecto enfermizo. De hecho, su salud nunca fue buena y precisamente por este motivo podía librarse del servicio militar, pero el joven optó por presentarse voluntario al Ejército.

Ni siquiera la Cruz Roja ha podido visitar a Gilad, hecho que viola la ley humanitaria internacional. "No sabemos nada sobre las condiciones en las que se encuentra, pero por algunas informaciones estamos seriamente preocupados", indicó el director general del Comité Internacional de la Cruz Roja, Yves Daccord, en un comunicado, en el que pedía a Hamás "una prueba de que Shalit está vivo".

Hamás alega que Israel "maltrata" a los presos palestinos. En el 2007, el Gobierno israelí suspendió las visitas de familiares a los reclusos palestinos, y hace tres días, Netanyahu anunció que endurecerá las condiciones.

Los Shalit consideran que, a pesar de los impedimentos de Hamás, la Cruz Roja podría haber hecho más por Gilad, y tampoco están "nada satisfechos" con la actuación de Netanyahu. "El Gobierno no ha presionado bastante a Hamás para que devuelva a Gilad", denuncia Noam Shalit. El ejecutivo israelí, después de meses de inacción, ofreció a Hamás en el 2010 liberar a 1.000 presos palestinos a cambio del soldado. Según algunos sondeos, el 65% de los israelís está a favor de realizar este intercambio.

"Hamás pide la liberación de algunos terroristas responsables de muchas muertes, y no los vamos a soltar --afirman fuentes del Gobierno--. Hay otro grupo de prisioneros que podríamos liberar, pero no queremos que vayan a Cisjordania sino a Gaza o a algún país árabe porque el 60% de los que regresan a Cisjordania vuelven al terrorismo".

450 muertos

Netanhayu manifestó en un discurso el pasado jueves: "Quiero que regrese Gilad, pero también estoy preocupado por la seguridad de los hijos y los ciudadanos de Israel". Según aseguraba el abuelo de Gilad, Zvi Shalit, en un comunicado leído ayer en una protesta en el paso de Erez, en la frontera con Gaza, Netanyahu "está esperando oír que Gilad no sobrevivió a las condiciones del secuestro para así pagar un precio menor por su retorno".

El primer intento de salvar a Shalit --la operación militar Lluvia de Verano--, días después de que lo capturaran, se cobró la vida de 405 palestinos, la mayoría civiles, y de 11 israelís (seis civiles). Gilad Shalit se ha convertido en un símbolo para muchos de sus compatriotas, pero algunos se preguntan si la vida de un solo hombre vale la de tantos otros.