La calle está dividida, pero se impone el al referendo del viernes sobre la reforma constitucional. Los motores del Estado arrancaron el sábado de hace 15 días, tras el discurso del monarca, que fue seguido con mucha atención, para que la población tomara conciencia de la "nueva era" que se inicia en el país.

Los partidos políticos, que en ningún momento fueron actores del movimiento joven del 20 de Febrero que añora más libertad, democracia y una mejor vida para un país que se encasilla entre los emergentes, han recorrido el país con sus mítines. Con una subvención de unos 70.000 euros, están llevando a las diferentes ciudades el convencimiento del voto favorable hacia un proyecto constitucional que, según señala la clase política, "hará que Marruecos se enmarque en la modernidad y en la igualdad de los individuos".

Pero con "el voto del hambre", como le llaman algunos, el éxito de la campaña puede no estar garantizado. Sin ir más lejos, el mitin pronunciado hace una semana por el RNI (Agrupación Nacional de Independientes), una de las mayores formaciones políticas, acabó en batalla campal. Los dirigentes del partido abandonaron la sala de Casablanca tras el aluvión de insultos y los ataques con botellas que les lanzó el público. "Se dirigieron a los barrios ofreciendo una cena prometedora para atraer público. No cumplieron con su palabra, y los asistentes reaccionaron mal", explicaron varios periodistas marroquís a esta periodista.

DESCONTENTO GENERALIZADO No ha sido el único acto de tensión que se ha vivido durante los últimos días de campaña. En Nador, al norte de Marruecos, Nabil Benabdellah, el presidente del partido PPS fue abucheado y humillado por los ciudadanos hasta el punto de que tuvo que huir en estampida de la sala. Esta reacción responde al descontento general de la sociedad hacia una clase política sometida al poder real y alejada de las necesidades de la ciudadanía.

En 10 días, cada partido político ha organizado una media de 50 mítines, pero la participación está siendo irrisoria. El pueblo apenas ha tenido tiempo de reflexionar y digerir este cambio constitucional. Entre otras razones, porque no hay costumbre al debate político, y menos "con unos índices de analfabetismo del 65%", dice a esta periodista Fouad Abdelmonaim, de la élite intelectual marroquí. Propugna el boicot en la consulta, al igual que los jóvenes del Movimiento 20 de Febrero, los islamistas de Justicia y Caridad, partidos pequeños de izquierdas y algunos sindicatos, que ayer salieron a la calle una vez más para protestar.

Pero el régimen marroquí difícilmente permitirá que se aborte un proceso reformista que ha sido presentado como una iniciativa real que responde a los anhelos democráticos de las nuevas generaciones. Por ello, frente a los opositores al texto --en el que ven los mismos signos de monarquía absoluta que en las anteriores constituciones-- han surgido los Baltajias de Sidna (Vasallos de la Corte).

La aparición de estos grupos de jóvenes, movidos por los servicios secretos de la DST, que defienden el trono a gritos y promulgan el al referendo, es un fenómeno nuevo. Según el diario digital Demaine, son jóvenes despolitizados, sin empleo ni formación, reclutados con dinero para formar una fuerza popular que haga fracasar la voz del boicot a la nueva Constitución.

Dos días después del discurso del monarca anunciando la reforma y el correspondiente referendo, ocuparon el espacio público para defender --envueltos en las banderas nacionales-- los principios de la Constitución y atacar el Movimiento del 20 de Febrero. El joven militante y mentor del movimiento en Facebook, Oussama Lakhlifi, fue obligado a gritar: "¡Viva el rey!".