Como hay pan y estamos mejor que los vecinos, ¿debemos quedarnos de brazos cruzados? Me quiero comparar con Europa, y no con Arabia Saudí. Llamamos al boicot desde nuestra coalición por una monarquía parlamentaria ahora". Así se manifestó a esta corresponsal una de las voces de la oposición marroquí más sonadas durante los últimos días de recta final de campaña por el referendo que se celebra en la jornada de hoy en un clima de apatía y, sobre todo, de mucha convulsión.

Ayer, grupos reducidos de opositores a la nueva carta volvieron a recibir un aluvión de insultos y ataques por parte de los partidarios de las reformas que aparecieron, una vez más, envueltos en las banderas nacionales y blandiendo retratos del rey Mohamed VI. Fue el último careo entre los jóvenes del Movimiento 20 de Febrero y los llamados Albatayia de Sidna (vasallos de la corte), que salen a la calle para abortar el clamor de una parte de la población que quiere abrazar una verdadera monarquía parlamentaria.

En Rabat, ambos bandos enfrentados tuvieron que ser separados por un pasillo de antidisturbios para evitar que llegaran a las manos. Los beneficiarios de la intervención policial fueron los segundos, a los que se despejó el terreno para que continuaran clamando su amor hacia la patria y el rey. A través de altavoces, gritaron también consignas contra los opositores, a quienes tildaron de "traidores, homosexuales, judíos y laicos".

CONTRA EL DESPOTISMO "Hemos dicho por activa y por pasiva que muchos de los que estamos aquí no estamos contra el soberano, sino contra el despotismo del sistema y la clase política", comentó Hicham, un joven activista del movimiento, que abandonó el centro de la ciudad por temor a la exaltación de los partidarios del sistema.

Aunque desde la Administración se ha defendido que estos grupos de alborotadores manifiestan un sincero sentimiento patriótico, algunos partidos políticos, como el PJD (Partido de Justicia y Desarrollo), han expresado su preocupación por la "falta de espontaneidad" de estos chavales y su "agresividad".

Al Estado marroquí no le preocupa tanto el no a la nueva Constitución marroquí como la abstención. Según los analistas, la baja participación supone "una gran amenaza" a la consulta popular, después de escasos 15 días de debate político. El pueblo apenas ha tenido tiempo de interiorizar un proceso de reformas que debería poner a Marruecos en la senda democrática. De los 23 millones de adultos marroquís, solo podrán votar 13 millones, porque el resto de los ciudadanos no se han inscrito.

Por esta razón, según el Secretario General del Consejo Nacional del Partido Socialista Unificado (PSU), Mohamed Sassi, la Administración ha estado haciendo esfuerzos para que, contra toda legalidad, los ciudadanos sean dotados de la tarjeta electoral. "Los mokadem responsables de barrios han ido puerta por puerta entregando las tarjetas para así facilitar la tarea a los electores", denunció Sassi.

En el último discurso, Mohamed VI invitó a su pueblo a votar a favor de la Carta Magna, que presentó como la respuesta a una primavera pacífica marroquí. "Nosotros, los jóvenes del movimiento, no estamos por la labor de seguir aceptando más años de despotismo", expresó un joven en Facebook.