Polonia asume hoy la gestión semestral de la Unión Europea (UE) con el objetivo de incrementar el estatus y la influencia política del país entre sus socios y para consolidarse como uno de los grandes estados europeos. "Es de crucial importancia que durante el mandato incrementemos el status de Polonia como país que es altamente valorado en los debates internos de la UE", destacó el primer ministro polaco, Donald Tusk, ante el Parlamento.

Además de reforzar el peso político de Polonia en la UE, Tusk aspira a que el mandato europeo impulse la victoria de su partido centrista Plataforma Cívica (PO) en las elecciones legislativas convocadas en octubre, a mitad del semestre.

Ante la delicada coyuntura financiera y respaldada por un envidiable crecimiento de casi el 4%, Polonia quiere priorizar una rápida expansión económica en la UE mediante un acuerdo final sobre la supervisión económica, el impulso del mercado electrónico así como la patente europea (a la que se opone España).

PUERTAS ABIERTAS La segunda gran prioridad de Polonia durante este semestre es revitalizar el proceso de ampliación de la UE, con la firma del tratado de adhesión de Croacia, el inicio de las negociaciones de adhesión con Serbia y la finalización del acuerdo asociación y de libre comerció entre la UE y Ucrania.

Una "Europa segura" es el tercer gran objetivo polaco, con el desarrollo de una política exterior energética que garantice y diversifique los suministros, con la mejora del control de las fronteras exteriores frente a la inmigración y con una colaboración más estrecha en materia de defensa entre la UE y la OTAN.

La impronta que quiere dejar Polonia en la UE está simbolizada en un vídeo en el que se ve a una joven, triste y sola, que representa a la UE, sentada en un banco en una Bruselas desierta. Un joven con una camisa con los colores blanco y rojo de la bandera polaca, se acerca y la saca a bailar, devolviéndole la sonrisa.

Polonia sustituye a Hungría, que el pasado semestre ha gestionado de forma discreta la UE y sin la gloria a la que aspiraba el primer ministro húngaro, Viktor Orban. Su mayor éxito ha sido concluir las negociaciones de adhesión de Croacia y su labor ha estado ensombrecida por las restricciones a la libertad de información en la polémica ley de prensa húngara además de por la reforma de la constitución.